Me meto un tiro,
¡Pum!
El eco suena,
¡Pum!
O quizás es el corazón,
¡Pum!
Que todavía sueña.

Los sin nadie

Los sin nadie

Estos meses han sido complicados para todos. Lo mejor que te ha podido pasar es no perder a nadie. Se nos ha arrebatado trabajos, oportunidades, vacaciones, momentos y, tristemente, también seres queridos. Nos queda el consuelo de recordarlos siempre, cultivar una parcela en nuestras mentes para guardar su presencia. Necesitamos saber que algo de ellos siempre vivirá dentro de nosotros, o, al menos, ser un reflejo de lo que somos gracias a ellos. Sin dudar el recuerdo es ese rincón que la muerte no puede llegar a traspasar del todo, ese pequeño pedazo de realidad del que somos dueños y señores. Nadie nos puede arrebatar los momentos pasados, y es ahí donde viven los que ya no están. Sin son recordados, en cierta medida, nunca mueren.

Pero esto no siempre es así. Hace poco, mientras comía con mis padres en uno de esos martes que pueden ser jueves aunque en verdad son miércoles, una noticia trágicamente llamativa apareció en la televisión:

Y no supe qué pensar, porque ese consuelo del que hablaba antes, desapareció. Siempre he creído que por muy mal que hagamos las cosas en vida, tendremos unas manos para aferrar fuerte cuando llegue nuestro final. Saber que tu vida ha merecido la pena, que los lloros, riñas y tragedias al final te han otorgado una vida con la gente que más quieres. Tener miedo a esa brecha infinita, no por desaparecer, sino por no volver a gozar con su presencia. Que los que te rodean te hagan sentirte importante. A estas 59 personas nadie les acompañó en la cama. Nadie lloró su pérdida. Nadie les dijo lo realmente especiales que eran. Nadie les recordará. No serán el espejo de un joven nieto o un trabajador hijo. Desaparecerán en un árbol genealógico hendido por el olvido y en su mitad perdido. Su lecho de muerte es una estadística sanitaria ya olvidada. Su lugar de descanso, semieterno. Después de diez años de alquiler deberán abandonar el nicho individual que nunca les ha pertenecido. No se les dejará ni morir en paz. Sufrirán una mudanza eterna y descansarán mezclados con otros de igual condición. Cadáveres errantes rogando ser un recuerdo.

Son los sin nadie, esas personas a las que se les ha negado incluso morir acompañadas. Han tenido que atravesar ese momento solas, abandonadas a su suerte. Acaso lo que haya allí, en lo desconocido, tendrá piedad con ellos. Al menos me queda el respiro de saber que allí son libres. Y pensar que una vez muertos, espere lo que les espere, será mejor que lo que tuvieron en vida… Tal vez lo que la vida les negó, se lo dará la muerte.

Diario de a bordo (8)

Diario de a bordo (8)

Novedades. Acabo de firmar un contrato con una editorial para poder hacer realidad mi próximo poemario. Prefiero mantener algunos datos todavía en secreto hasta que el libro sea una realidad, para que la sorpresa sea todavía mayor. Con total seguridad saldrá al mercado dentro de un mes, más o menos, por lo que no tendréis que esperar demasiado. Sigue un esquema semejante al del anterior poemario, aunque con un contenido bastante más maduro y trabajado, además de un hilo conductor que se separa de las estaciones del año. Todavía tenemos que trabajar con el maquetado y la portada, que quiero que sea especial y algo artístico. Esta primera edición será de 300 ejemplares, los cuales espero que agotéis pronto.

Sí que hablaré de cómo me siento. Han sido tres años muy fructíferos en cuanto al mundo de la poesía. Autoedité Poemario estacionario corriendo y deprisa, pero aún con ello, fue una gran experiencia. Con él he ido trabajando en estos tres años, y, a medida que pasaba el tiempo, sentía que era un poemario que cada vez me representaba menos, tanto como persona como escritor. Así que, este libro, basado en los errores pasados, pero aceptándolos, era una necesidad que por fin voy a poder subsanar. Incluso he de decir que ahora mi relación con la poesía es distinta a como aparece en este nuevo libro, por lo que esto se me asemeja como un cierre de ciclo bastante claro. Mis ganas de escribir ahora marchan por otro derroteros, más prosaicos, y algo me dice que debo aprovechar el tiempo. Tengo en mente otros proyectos alejados de la poesía en los que deseo invertir bastante tiempo pues puede resultar algo muy interesante de ellos.

También he podido compartir mi poesía en directo con mis seres queridos y aquellas personas que han decidido darme una oportunidad, como en La Lonja o en el Agosto clandestino. Desde luego que este año 2020 no está siendo el más indicado para publicar un libro, mucho menos para presentarlo y realizar con él recitales, pero era ahora o nunca. Mi intención en este año es presentarme a una oposición futura que exige un estudio continuo y dedicado, por lo que, «»»perder el tiempo»»» escribiendo, es algo que quizás no pueda permitirme.

Muchas gracias a todos aquellos que habéis gastado aunque sea un minuto leyéndome, porque a la larga es cierto eso de que nada vale más que el tiempo. Espero que esta buena noticia sea la primera de muchas.

Samuel Cerdera García

Romance de cuarentena

Romance de cuarentena

En una tarde de abril
donde mi triste recuerdo
vagaba entre mis dolores
y pedía nuestro encuentro,
enterrado en el hogar
miraba con celo al cielo;
naturaleza en la calle
y humano en el encierro.
Los impulsos de la vida
apenas en eco encuentro,
del pasado vienen pájaros
con futuro en pico muerto.
Una vez uno me habló,
atrevido y tuerto cuervo:
«Esto es tan solo el principio,
primer paso hacia el infierno»

Nietos de un error latente

Nietos de un error latente

Uno empieza a cansarse de buscar razones para algo que quizás vaya más allá de nuestra mente. O incluso sea tan nuestro que no lo diferenciemos del respirar. Supongo que algunos dirán que es un problema patente, aunque viendo nuestra respuesta, estoy seguro de que se trata de una infección interna que pasa desapercibida. No gritamos, no luchamos, dejamos que devore. Nos ofrecen curas, pero volvemos a cogerlo, como un catarro de primavera u otoño. Claro, como no es a nosotros, da igual quién sea el perjudicado; tan solo somos portadores de un virus que sabemos impotente a nuestro occidente. Nos sorprende tanto como una racha de viento o un gorrión picoteando distraído las migajas del suelo. Si alguien tiene que sufrir, que sean ellos.

Y es que «crisis de refugiados» suena a blanco y negro. En la sociedad del 5G seguimos teniendo problemas de piedra. Tiene remedio, pero en nuestra mente suena en otro idioma. ¿Refugiado? Perdona, no entiendo, yo sí que tengo patria y esta no me ha abandonado (por ahora). ¿Refugiado? En la misma sociedad donde el mayor problema de algunos es no repetir camisa al día siguiente. Si alguien tiene que buscar cobijo en otro lugar es que hemos fallado, no solo a ellos, sino a nosotros. No importan niños, no importan familias, suficientes problemas tenemos ya.

Porque cuando todos somos nietos del mismo error latente y olvidamos nuestro propio pasado, significa que la amnesia colectiva de la disidía ha ganado. La gran derrota de las democracias será considerar no bienvenidos a los que necesitan nuestra ayuda. Considerarlos ajenos, extranjeros, cuando somos todos producto de un mísero azar. Empatía necesaria. En otros siglos eran tus patriotas los que lloraban por algo de pan al otro lado del océano. Hazte un favor y ve reflejados en sus ojos la persona que tú podrías haber sido.

(…)
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

-Luis Cernuda

Maestrando

Maestrando

Impartiendo clases me doy cuenta de muchas cosas. Hay alumnos de todo tipo, con sus manías y hábitos, y todos ellos me recuerdan a ciertas experiencias de mi vida. Algunos me provocan una envidia sana. Envidia porque ya jamás podré tener las oportunidades que se les está dando a ellos. Me hacen mirar el pasado como algo triste, aunque me alegra poder ayudarles en aquello que yo, por las circunstancias, jamás fui capaz de tener ni cerca. Es una queja del primer mundo porque mi infancia y adolescencia no pudieron ser más felices, pero cuánto llena la ausencia propia y qué poco la ajena, y algunos huecos sí que tuve, para qué engañarnos.

Luego están aquellos que no saben lo afortunados que son. Viven el momento, como tiene que ser, pero de una manera torpe y despreocupada. Les adviertes que en algún momento mirarán al pasado y añorarán todas esas oportunidades que, por temas de la edad, ya no van a conseguir en un futuro. Se ríen algunos o se quedan callados otros pero, en general, es muy difícil llegar a ellos sin que un golpe de realidad les abra los senderos perdidos de su mente.

Y los más inconscientes -ni mejores o peores, eso ya lo dirá el tiempo-, son los que saben que lo tienen todo, y que por ello, triunfarán en lo que se propongan. Como saben la suerte que tienen, deciden no hacer absolutamente nada con su vida porque, de todas formas, tienen el futuro asegurado, y trabajar por trabajar envilece, parece ser. Los mejores colegios o institutos, los mejores medios, los mejores profesores… Pero la peor de las predisposiciones.

Son estos últimos los que te hacen rabiar, sabiendo que otros que lo necesitan de verdad jamás llegarán a nada por sus circunstancias, mientras que por nacimiento otros lo obtienen todo. La cruel rutina del azar.

(…)
Y yo mientras maestrando,
dando lecciones que debería haber aprendido
en el recuerdo de un ayer demasiado presente.
y es que funciona como anhelo tenue
de lo que dejé perder.