Me meto un tiro,
¡Pum!
El eco suena,
¡Pum!
O quizás es el corazón,
¡Pum!
Que todavía sueña.

Mes: septiembre 2019

Diario de a bordo (5)

Diario de a bordo (5)

El poemario está terminado. Ahora me encuentro en el terrible juego del orden de los poemas. Normalmente importa bien poco, porque al ser una lectura mucho más lenta que la de una novela, por poner un ejemplo, el lector puede acudir a un poema siempre que quiera dándole igual en qué lugar del poemario está. No es un poemario conceptual quiero decir. Siempre o casi siempre soy yo. Pero en mi insistente cabeza no deja de aparecer constantemente la idea de que SÍ es verdaderamente importante el orden de los poemas. Le he hecho caso, aunque principalmente tan solo estoy cambiando el orden del primer y último poema de cada capítulo., para que el lector se quede con una sensación determinada al finalizar la lectura de cada apartado.

Todavía no tengo el prólogo de otro autor / persona, aunque ya tengo varias personas en mente. Oscilo entre la idea de que lo haga otro autor o dejárselo a algún familiar que poco o nada tenga que ver con la poesía, ya veré. Además, no sé si incluirlo antes o después de introducir el libro en el Registro de la Propiedad Intelectual, tengo que consultarlo. Sí he hecho, tristemente, un pequeño cambio al añadir en los agradecimientos a una persona que no debería verse ahí incluida.

Después del viaje a Berlín comenzará la odisea de rogar a las editoriales. Me he propuesto que hasta que llegue el año 2020 no me replantearé otra forma de edición, es decir, voy a estar todo lo que queda de año intentando que me editen. La autoedición quiero dejarla atrás porque exige demasiado sacrificio, lo he comprobado. Si no hay suerte ya probaremos otras formas de edición que estén a mi alcance…

Sigue la aventura…

Vahos del ayer

Vahos del ayer

Sabes que una pérdida es grande cuando prolongado es el silencio. Y eso es lo que siento, silencio en mi mente y en el corazón. Siempre duele cuando alguien se va, pero más lo hace cuando lucha, e igualmente, desaparece. Nos deja claro muchas cosas. Es curioso, porque junto a esa certeza de que se ha ido, afloran los recuerdos ya perdidos, y quizás lo mantienen un poquito más vivo.

Lo peor de todo esto es no saber, cuando ocurre, que esa ocasión es la última que verás a una persona. Y ese día estará predestinado a suceder sin que tú ni nadie podáis hacer nada para evitarlo; es la vida reclamando su espacio en nuestro tiempo. No saber cuál fue la última palabra que le dirigiste. Aunque me relaja pensar que, para combatir a la vida, bien sirven los recuerdos, que se quedan con nosotros hasta reunirnos con ellos. Seremos caducos, pero intensos.

Como dijeron los Flema…

El recuerdo siempre está
Aunque no lo quieras
Aunque no lo creas
En mi mente siempre está
Aunque no lo quieras
Aunque no lo creas

Porque si la inevitable vida decide hacer acto de presencia, honremos tu memoria siendo fieles a cómo eras, y démosle a la vida la lección que todos aprendimos de ti, luchar.

Descansa en paz Víctor, los vahos del ayer no se olvidan.

La apología del espectáculo

La apología del espectáculo

Esa persona ha muerto. Da igual quién. En su día fue alguien, después desapareció porque la noticia le adelantó por la izquierda, ahora vuelve a serlo porque le ha adelantado por la derecha. Las ratas se pelean por dar la primicia de ese adelantamiento, poniéndose en la casilla de llegada. Casi que el muerto no les alcanza.

Cómo murió, la última persona en verla con vida, cuántas veces lo había intentado anteriormente. «¿Se sufre mucho?» preguntan a los familiares. Comentan el aspecto del cadáver, si parece que ha sufrido o ha sido un suicidio alegre. Encuestas sobre quién de sus seres queridos sufre más. Ataques a quien muestra más entereza y palabras de alivio a los derrotados.

Y mientras todo esto pasa, no nos damos cuenta de que el muerto no importa. Puede ser ‘él’ o puede ser ‘ella’. Deportista retirado o estrella actual. Actor famoso o cantante en ciernes. Es indiferente. Alrededor de ellos se ha formado una nebulosa que apenas permite ver sus rasgos. Ya tan solo son noticia, espectáculo. Sus logros, mera información. Una excusa en forma de cuerpo. La razón por la cual perder todo atisbo de decencia y abandonarse a la elucubración. La apología del espectáculo rastrero y sucio.

Qué difícil es pelear contra esa nube gris.