Me meto un tiro,
¡Pum!
El eco suena,
¡Pum!
O quizás es el corazón,
¡Pum!
Que todavía sueña.

Categoría: Reseñas

Reseñas de los libros que voy leyendo.

Reseña de «El nombre del viento» (Patrick Rothfuss)

Reseña de «El nombre del viento» (Patrick Rothfuss)

kvothe y su laud

(Ilustración de la edición del 10º aniversario)

Lo bueno de esta novela es que se puede hablar abiertamente de ella sin hacer grandes spoilers -pero id con cuidado-. No interesa tanto lo que sucede -como es obvio sí tiene su importancia ya que es una novela, algo tiene que suceder- sino ver el proceso de todo ello, un proceso largo y complejo que llena a los personajes de un realismo pocas veces visto en una novela de ambiente fantástico. El centro de la narración es la historia de Kvothe, historia que el mismo cuenta al escriba y a Bast. Hago mención al resto de obras fantásticas porque, pese a poder haber excepciones, sus personajes no se caracterizan por un trasfondo moral o histórico muy complejo. Suelen ser personajes tipo que encarna o bien el papel del héroe o del malvado. Si bien sí que se gastan páginas en presentar al protagonista, jamás se ha hecho con tanta extensión como en este caso.

Me gustaría empezar diciendo que se trata de una fantasía veraz. Parecen términos contradictorios pero no es así. Dentro del mundo de fantasía que crea -una fantasía rebajada, por lo menos a lo que respecta el primer libro- todo es realista según los paradigmas que el autor ha dejado claros ya.  Se crea una mitología de la que no se sale. La narración es fiel a lo que esa mitología le permite hacer. Ese mundo sufre más de los problemas terrenales, compartidos con cualquier lector, como pueden ser la hambruna, la falta de dinero o las relaciones sociales. No temen a seres fantásticos, temen a no poder pagar los intereses de una deuda adquirida. Y por Dios, me digo para mis adentros, ¿no es eso lo menos fantasioso posible? No, porque está mezclado con toques de fantasía que crean un mundo único. Para compararlo con algo, podría confundirse con una Edad Media donde la alquimia sí funcionase de veras. No encontramos nada exagerado; lo más parecido a axagerado es SPOILER una especie de dragón, pero acompañado este pasaje con una extensa descripción casi naturalista, hacia el final del libro, que nos hace ver que un dragón es en verdad un gigante lagarto como árboles que para reproducirse y llamar la atención de la hembra echa fuego por la boca. Tampoco se queda todo en un mundo terrenal, siempre se añaden pequeñas narraciones sobre la magia o la mitología del mundo para recordarnos que hay algo más, para hacernos creer que sí existe algo oculto.

Relacionado con esto, el desarrollo de los personajes es bestial. Puede parecer que hay numerosos capítulos evitables -y tal vez en lo narrativo así sea-, pero el protagonista no sería el mismo sin esos capítulos donde se crea y crece su personaje. Kvothe no haría ciertas cosas si no fuese por un pasado que él y el lector conocen. Bien cierto es que capítulos como los sucedidos en Tarbean relantizan la obra, pero esto forja un carácter en el todavía niño Kvothe que condicionará al completo su nueva vida posterior en La Universidad. Entiendo que a ciertos lectores esto les pueda parecer tedioso, es dibujar un personaje hasta la exasperación, pero debido a la originalidad del autor todas estas historias están repletas de sub-tramas que hacen que siempre haya algo que el lector quiera conocer.

(Imagen sacada de https://i.pinimg.com/)

La técnica de contar algo a los personajes -Bast y cronista oyentes a la vez que el lector- funciona. Encaja además muy bien en la personalidad del protagonista, Ruh de corazón; solo él debe y puede contar su historia. Se trata de una especie de muñeca rusa, al estilo de una matrioska, donde un relato está dentro de un relato que a su vez se encuentra en un relato. En verdad esta técnica se denomina «narración enmarcada», pero creo que así se ve mucho mejor.

Una pega, que no todo es perfecto, el final, que no es final, deja con ganas pero no es nada del otro mundo. SPOILER La narración que el protagonista está haciendo concienzudamente es interrumpida por un ataque fortuito de un demonio. No tiene final; el libro simplemente continua en el siguiente tomo. No se ha llegado, narrativamente hablando, a ningún punto clave o fundamental, al menos a mi parecer. Consigue matar al dragón que asola al pueblo a la vez que descubre una entrada secreta al Archivo. Mientras, en su presente, Bast, de una forma un tanto agresiva, obliga a Cronista a que en su copia se centre más en los datos positivos que negativos de la historia de Kvothe, pues la nueva vida oculta en la taberna donde se encuentran poco a poco está matando al en otro tiempo poderoso pelirrojo. Bast quiere animar a su amigo, que vuelva a ser como antes, y Cronista es el cebo que lleva lanzando mucho tiempo el joven. Ahí acaba todo. Tanto el presente como el pasado quedan cortados por la mitad para seguir con la narración en el siguiente libro. Sin duda perfecto para llevar a toda la masa de lectores al siguiente libro y tener excusa para muchos más, pero muy desesperante para el lector que quiere saber todavía los misterios, que son todos, que quedan por resolver.

Para terminar con un buen sabor de boca, que es lo que te deja este libro después de leerlo, esa pega es insignificante, he de decir que su calidad, en cuanto al léxico, elección de palabras, belleza del lenguaje, es inmensa. Mezclado con canciones trovadorescas, descripciones de sentimientos humanos profundas, no se le puede tachar absolutamente nada. Abajo pongo lo que sin duda es la página que para mí más mérito literario tiene. El extracto es un poco más extenso de lo que suelo acostumbrar a poner en estas reseñas, pero realmente esta primera página del capítulo 18, «Caminos a lugares seguros» me ha parecido sencillamente una obra de arte. Merece la pena leer el libro, nada corto, tan solo por poder disfrutar de todo el sentido agrío, bello y sincero de estas palabras:

Quizá la mayor facultad que posee nuestra mente sea la capacidad de sobrellevar el dolor. El pensamiento clásico nos enseña las cuatro puertas de la mente, por las que cada uno pasa según sus necesidades.

La primera es la puerta del sueño. El sueño nos ofrece un refugio del mundo y de todo su dolor. El sueño marca el paso del tiempo y nos proporciona distancia de las cosas que nos han hecho daño. Cuando una persona resulta herida, suele perder el conocimiento. Y cuando alguien recibe una noticia traumática, suele desvanecerse o desmayarse. Así es como la mente se protege del dolor: pasando por la primera puerta.

La segunda es la puerta del olvido. Algunas heridas son demasiado profundas para curarse, o para curarse deprisa. Además, muchos recuerdos son dolorosos, y no hay curación posible. El dicho de que «el tiempo todo lo cura» es falso. El tiempo cura la mayoría de las heridas. El resto están escondidas detrás de esa puerta.

La tercera es la puerta de la locura. A veces, la mente recibe un golpe tan brutal que se esconde en la demencia. Puede parecer que eso no sea beneficioso, pero lo es. A veces, la realidad es solo dolor, y para huir de ese dolor, la mente tiene que abandonar la realidad.

La última puerta es la de la muerte. El último recurso. Después de morir, nada puede hacernos daño, o eso nos han enseñado.

Para terminar, como siempre, quisiera hacer un pequeño apunte. No me he leído ni la continuación –El temor de un hombre sabio– ni las otras dos historias cortas sobre dos de los personajes, – La música del silencio, libro sobre Auri, y El árbol del relámpago, libro sobre Bast,- pero tengo la sensación, y creo que no es infundada, de que este libro, y supongo que el siguiente, sirven como posiblemente el prólogo más extenso jamás ideado en la historia de la literatura. Quizás el tiempo no me dé la razón y el propio Rothfuss falle a su promesa de idear un mundo más extenso, pero por favor que no sea así. Y aquí también está parte de la capacidad creativa del estadounidense; una trilogía -con suplementos- que supera con facilidad las 3000 páginas no sería más que un prólogo para un mundo muchísimo más extenso. ¿Como hacer esto de una forma entretenida sin parecer que se está escribiendo la nueva Biblia o la General estoria? Parece que el misterio se lo tiene bien guardado el bueno de Patrick. Calidad y maestría supongo.

Recomendadísimo, faltaría más. Muchas gracias Camarasa amor mío por recomendármelo. Intentad al menos echarle un vistazo. Calma. Es un libro extenso que no merece la pena leerlo rápido y mal, más teniendo en cuenta la secuela además del tercer súper esperado por todos tercer libro. Sé con certeza que no decepcionará a nadie.

Reseña de «Diez negritos» (Agatha Christie)

Reseña de «Diez negritos» (Agatha Christie)

Dios es mujer porque Dios es Agatha Christie.

Y ya. Podría dejar la reseña ahí. No es necesario decir más.

Es broma. Las obras de Agatha Christie -las que he podido leer-, son dios. Ella como persona quizás no tanto, pero eso es algo ajeno a su calidad literaria, aunque no por ello dejaré de comentarlo.

Diez negritos es una auténtica obra maestra, y no por nada se considera que es uno de los diez libros más vendidos de la historia -siendo la propia Agatha la autora más vendida de la historia y todas sus obras lo tercero más leído detrás de Shakespeare y La Biblia). Muchas veces creemos que los clásicos, pese a ser clásicos, deben parte de su fama al azar o a que los críticos lo han querido escoger así. Tal vez simplemente son fuente de influencia máxima, pero no por ello válidos para la lectura actual. Pero no nos damos cuenta que en casi todas las ocasiones los clásicos lo son por algo; porque son los mejores en su género. Y este es, sin duda, el caso de Diez negritos. Una novela que en absoluto se sale de la tónica general de la maestra del suspense pero que pese a ello es el ejemplo perfecto de cómo escribir posiblemente una de las mejores novelas de misterio de la historia.

Aparecen los personajes tipo tan característicos de sus obras y de la novela de misterio de la época: el mayordomo, el médico, el policía, el detective, el general… No falta casi ninguno.  Como es propio en estos personajes no destacan en absoluto, pero lo que Agatha Christie hace con mayor maestria que la mayoría de escritores es utilizarlos para crear un tejido narrativo perfecto. Utiliza cadáveres literarios para crear una trama y un misterio que ni con el mejor personaje de la historia podría haberse creado. No le hace falta dar demasiada profundidad a sus personajes -da la justa para brindar de sentido a la historia- sino que la profundidad recae en la perfección del misterio, que normalmente coincide con cómo se ha producido el crimen. Y, no hace falta decirlo, nadie mataba mejor -en el sentido del misterio- en las novelas que Agatha Christie.

A partir de ahora van a volar los SPOILERS, así que los interesados en leer la novela, absteneos de leer más. Quisiera primero poner el poema en que se basa la totalidad de la novela:

Ten little nigger boys went out to dine;
One choked his little self, and then there were nine.

Nine little nigger boys sat up very late;
One overslept himself, and then there were eight.

Eight little nigger boys traveling in Devon;
One said he’d stay there, and then there were seven.

Seven little nigger boys chopping up sticks;
One chopped himself in half, and then there were six.

Six little nigger boys playing with a hive;
A bumble-bee stung one, and then there were five.

Five little nigger boys going in for law;
One got in chancery, and then there were four.

Four little nigger boys going out to sea;
A red herring swallowed one, and then there were three.

Three little nigger boys walking in the zoo;
A big bear hugged one, and then there were two.

Two little nigger boys sitting in the sun;
One got frizzled up, and then there was one.

One little nigger boy left all alone;
He went out and hanged himself and then there were None

 

Este poemilla es la base de todos los asesinatos. El asesino, que después gracias al epílogo se descubre que es uno de los diez personajes (el juez Wargrave), encarnados en los diez negritos que canta la canción, quiere realizar el asesinato perfecto basándose en esta canción que escucho cuando era un niño. La maestría de basar la trama en este poema es absolutamente mágica, pues una vez que el lector se da cuenta, antes de que el personaje de Vera Claythorne lo haga, de que los asesinatos se van desarrollando tal cómo dice el poema, uno está una y otra vez, a medida que avanzan las páginas, volviendo al poema para averiguar si efectivamente el asesinato se ha desarrollado según lo previsto. Esto es jugar con el lector como muy pocas veces se había hecho hasta la fecha. Todo está escrito, la canción admite que van a morir todos, y uno intenta hacer sus propias cabalas para averiguar como sucederá todo, para después Agatha Christie borrar todo de tu cabeza y darte la verdadera respuesta a los hechos.

Y desde luego, casi nadie creo que lo pudiera averiguar a la primera. La misma Agatha Christie admitió -lo podéis ver aquí– que sin duda es lo que más le costó en toda su extensa carrera literaria. Es muy difícil crear una serie de asesinatos, a la vista del lector, imposibles, y luego mediante un epílogo hacer que todos hayan sido cometidos bajo la más estricta perfección. Se nos dan falsas pistas que pueden inducir a acusar falsamente a uno de los personajes. Yo en lo personal creía que el primero en morir, el joven fornido que responde al nombre de Anthony Marston, era el asesino. Pensaba que su envenenamiento era falso y que tan solo aparentaba su muerte. Una vez fallecido para todos sus compañeros sería muy fácil asesinar al resto sin levantar una sola sospecha. Pero es obvio que me equivocaba. El asesino es el quinto en morir, pero mediante una muerte fingida. El juez Wargrave es, aparte de un maniático psicópata, un hombre con una enfermedad terminal. En su vida siempre quiso, ilusión enfermiza de persona con ínfulas de dios, cometer el mejor crimen que se haya visto. Se cansó de juzgar, se aburrió de ver, por lo que pasó a la acción. Jamás nos imaginamos que el asesino ya está muerto, que apenas le quedan días, que nada tiene ya que perder. Envenena y asesina a unos, finge su propia muerte con la ayuda del médico, Edward Armstrong, y una vez se deshace de este, tiene vía libre para asesinar al resto -e inducir, en apoteósico final, el suicidio de la última superviviente-. Pero una vez siendo el último con vida, se suicida, dejando su cuerpo en las circunstancias perfectas para que la policía jamás pueda resolver el caso. Según la investigación policial posterior se pueden tener sospechas de los últimos en morir, pero jamás adivinar quién ha sido; es realmente el crimen perfecto. El único fallo del juez es, por vanidad tal como admite en el epílogo, redactar pormenorizadamente cómo asesinó a cada uno. Esta declaración la introduce en una botella antes de suicidarse en la isla donde todo ha ocurrido, botella que es encontrada tiempo después.

(ilustración de el juez Wargrave, por Esperanza Peinado)

Exasperante es, en el buen sentido desde luego, tener que esperar hasta las dos últimas hojas para averiguar la verdad sobre el crimen. Como suele pasar en todas estas novelas la resolución del caso no se descubre hasta las últimas hojas, y esto hace que el lector no quiera dejar de leer hasta ver cómo ha ocurrido todo. A mi parecer es el mejor tipo de novela para asegurarse de que uno va a estar leyendo sin parar hasta terminar el libro. Al humano, morboso por naturaleza, no le gusta algo más que el crimen, e incluso más que eso, los detalles de cómo este se ha cometido. Nos encanta meternos en la mente del loco, del asesino, intentar entenderle aunque sea difícil, y en este caso realmente es fácil. Los nueve personajes restantes, aunque en un principio se cree que el juez también, son culpables de uno o varios asesinatos, aunque judicialmente no pudieron ser juzgados. El médico comete una negligencia médica por operar borracho, el general manda a la muerte al joven amante de su mujer, el policía acusó a alguien inocente… Ya me entendéis, personas totalmente culpables de un asesinato pero que han podido librarse debido a su alto rango o a que la justicia no contempla esas decisiones como homicidios. Y esto a nuestro juez no le gusta, pues él sabe que son culpables. Son muchos años juzgando a las personas y viendo cómo algunas de ellas se libran por la torpeza de lo judicial. Por eso nos vemos representados con el juez. Sí, es un asesino frío, despiadado, pero no hay que olvidar que su crimen perfecto lo comete asesinando a asesinos. Es un hombre que tarde o temprano morirá, qué mejor que haciéndolo matando a asesinos creando, en cierta medida, una obra de arte con ello. Es perfecto. No puede haber asesino más justo. Y eso es lo que pretende y hace de forma magistral la autora.

No tengo nada más que añadir respecto a lo literario, es intachable. Un pequeño apunte más. Sí me gustaría añadir algo respecto a cómo trata Agatha Christie a ciertos personajes. No es ningún misterio que Agatha Christie era una persona muy conservadora y bastante racista. Ya desde el título original del propio libro, Ten little niggers, a las menciones continuas del carácter hostil y agarrado de los judíos. Incomoda, no voy a decir que no. Es tristemente algo muy común en toda la literatura universal; la misoginia y el racismo, por poner dos ejemplos, son dos realidades que tristemente nos han acompañado a lo largo de nuestra historia, y algunos autores mostraban más que otros su forma de pensar, y Christie era una de esas personas que no tenía en absoluto miedo a reflejarlo en sus libros. Algunos dicen que lo hacía como muestra del carácter de sus personajes, pero es innegable que ella así veía el mundo que le rodeaba. La única pega, que tantas veces tenemos que sufrir los lectores actuales cuando vemos pensamientos añejos y de otros siglos reflejados en nuestros clásicos más queridos. 

 

 

Reseña de «Harry Potter y la cámara secreta» (J. K. Rowling)

Reseña de «Harry Potter y la cámara secreta» (J. K. Rowling)

Hace unos pocos meses hice una reseña de la primera entrega de la saga de Harry Potter. Si alguien está interesado en leerla, haced click en Doge.

Llego tarde a estas lecturas tal y como dije en la anterior reseña, y en esta me he dado aún más cuenta de ello. Intento buscarle lógica, quizás extrema, a todas las acciones de los protagonistas. Ya me quejé de ello anteriormente, y no es justo que lo haga pues aquí lo que prima es la fantasía, pero no puedo evitar hacerlo. Es algo que un niño no buscaría tanto, pero cuando eres adulto ves que sus acciones en ocasiones rozan lo absurdo, incluso para la mente de un niño. Un buen ejemplo de ello es cuando tienen toda la información necesaria sobre quién, o mejor dicho qué, está petrificando a los alumnos de Hogwarts, el terrible basilisco, dirigiéndose por ello a la sala de profesores para contarlo todo. Se esconden en un primer momento en el armario de dicha sala, y al escuchar la conversación, la cual trata sobre el cierre inminente de la escuela ante tales acontecimientos, deciden tomarse la justicia por su mano al enterarse de que la última víctima del basilisco ha sido Ginny Weasley, hermana de Ron. Deciden enfrentarse a un animal mitológico, al posible heredero de Slytherin, ellos solos, teniendo la oportunidad fácil, y obvia, de pedir ayuda a los profesores. No tienen por qué tener ningún miedo, el profesorado accedería a cualquier premisa antes que cerrar el colegio. Esa tenaz insistencia en que nuestros tres queridos protagonistas sean los únicos que se dan cuenta de lo que sucede en el colegio -colegio dirigido por el **** Dumbledore, uno de los más grandes magos de toda la historia- es algo que no me termina de calar, demasiado artificial y buscado a trompicones. El torpe de Harry Potter siempre está ahí en medio por casualidad. Destino sí, pero un destino que a veces cansa. Otro ejemplo de estas acciones poco lógicas es el hecho de mantener a Lockhart como profesor; es obvio que los profesores conocen su ineptitud. Supongo que Rowling necesitaba un plotwist a la vez que un personaje ridículo para darle el toque chistoso al asunto.

Esa sería mi principal queja, aunque desde luego hay muchas cosas positivas del libro. Me ha gustado bastante más que el primero. Pese a ser todavía bastante infantil -la saga adquiere un tono más maduro a partir de la cuarta entrega según he podido entender, a medida que crecieron los fans-, por lo menos se ahorra todo lo sentimental referente a los personajes.

Ya entendemos los lazos entre ellos, ahora, más allá de la creación de otros, todo adquiere un tono más narrativo. A mi parecer la narración era bastante más diluida en el anterior libro -todo sucedía de forma más paulatina y como de casualidad-. Aquí los personajes buscan el misterio -la cámara de los secretos- y se topan de lleno con él. Se centra en menos detalles del mundo mágico -los sigue habiendo y se agradece, pues a mi parecer es de lo más interesante en la saga-, y la historia cobra más importancia. Ahora los protagonistas son más activos y van en busca del misterio.

No obstante se nota que los personajes están escritos hacia una perspectiva infantil. El malo es muy malo -Lucius Malfoy por ejemplo, se sabe que es un malo malísimo desde el primer momento de su aparición, el personaje no se mueve de ahí- y que los buenos son muy buenos. Apenas hay medias tintas en cuanto a lo moral. Es esa falta de madurez la que en esta segunda entrega hace que todavía sea bastante infantil todo lo que se respira. Como dije en la anterior reseña, los personajes están muy bien dibujados debido a esto que comento ahora; se distingue muy bien quién es quién, pero eso le quita un poco de «realismo» a la hora de dibujar los personajes; no todos somos siempre perfectos. Pero lo dicho, es un libro para niños, y todo lo anterior dicho por mí sobra. Además, aunque sea dentro de la misma moral, los personajes avanzan a través de la saga y les vemos crecer, lo cual tiene bastante encanto.

Por último me gustaría hacer un apunte algo tonto pero que me tiene bastante cabreado. Me he leído la edición española de Salamandra. Sé que tiene muchas críticas debido sobre todo a la escasa calidad de sus portadas, pero yo tengo otra queja. Es un spoiler horrible, y es bastante fácil ver por qué.

En la portada sale el niño elegido luchando contra el basilisco. Con la espada ya y todo y con el Fenix haciendo acto de presencia. Muy bien que el libro sea principalmente dirigido para un público joven, pero te aseguro que no son (eran más bien, esta edición es bastante vieja ya) lo suficientemente tontos como para no darse cuenta de que la portada destripa algo muy trascendental de la trama, por no decir simple y llanamente que jode totalmente la historia.

Voy cogiéndole gusto a la saga con mis 23 añitos, ya puedo decir que soy medio fan. Estoy esperando a tener un poco de tiempo para leerme la tercera parte y deciros qué me parece.

Reseña de «Dos historias para no dormir» (Stephen King)

Reseña de «Dos historias para no dormir» (Stephen King)

(Imagen sacada de Goodreads)

Dos historias para no dormir se trata de un compendio de dos historias cortas de terror del maestro Stephen King. Originalmente estas dos historias fueron lanzadas junto a otras en una antología de cuentos de 1985 llamada Skeleton Crew, la cual en España en su momento fue lanzada en cuatro volúmenes distintos. No hace falta dar explicación alguna de quién es el autor o qué estilo tiene, por lo que paso directamente a analizar los dos cuentos que en el libro aparecen: La barca Nona.

La primera de ellas es puro Stephen King de serie B. No lo digo de forma negativa, sino que es ese estilo suyo tan característico que imita a las películas de clase B de los 50 y los 80. Un grupo de amigos que está en la universidad tras una tarde de cervezas tiene la disparatada idea de ir a una laguna cercana en pleno mes de octubre, cuando ya nadie, por el frío, va a ese lugar. Una vez que van allí ven que la plataforma recreativa de los dueños de la laguna todavía está allí, sin retirar, por lo que deciden nadar hasta ella. Esta acción será un error que poco después se arrepentirán de haber cometido, pues a la vez que se suben sobre la barca una especie de mancha negra, semejante al petróleo, se acerca hacia ellos a toda velocidad por la superficie del agua, cercándoles y pareciendo realmente peligrosa.

El SPOILER de todo esto es que [la mancha se trata de una especie de extraño monstruo que obnubila a todo aquel que la mira, y cuando consigue que sus presas estén distraídas, las disuelve con su cuerpo para crecer con ello. No se nos dice qué es el monstruo, quedando la historia con un final abierto y misterioso. Al final solo uno de los jóvenes sobrevive, pero desesperado tras ver la muerte horrible de todos sus amigos, decide suicidarse lanzándose directamente contra la mancha negra]

La narración está acompañada de las clásicas dosis de violencia, gore, erotismo y terror propios de King, por lo que no falla en su cometido. Los personajes son arquetipos, apareciendo el aplicado, el musculitos, la chica sexy y la chica algo tímida. En esto no renueva nada la literatura de King, quien se limita a hacer lo que mejor se le da. Podría ser una película mala e insulta de los años 80, pero siendo en este caso una historia de Stephen King aderezada con una buena narración y excelentes descripciones, como siempre. Es de lectura sencilla como se puede imaginar ya que su extensión es breve. Destacaría de esta historia un pasaje bastante violento y gore donde un personaje se ve mutilado por el enemigo que les acecha. Sus descripciones son bastante detallistas en cuanto a vísceras y formas que pone el cuerpo cuando está siendo… castigado.

(Ilustración de Glenn Chadbourne)

La otra de las historias, Nona, es el Stephen King más enigmático, que gusta más del misterio y de analizar a la perfección la psicología de sus personajes. Diría que es un thriller psicológico en toda regla -y es bastante fácil imaginar una película tratando esta narración, de hecho existe un cortometraje del año 2016-. La historia cuenta las desgracias del protagonista, quien totalmente arruinado abandona la universidad y se pone a vagar por las carreteras de EE.UU. En un bar de carretera conoce a una enigmática joven de la que se prenda totalmente, llevando esto a una serie de desdichadas aventuras que él narrará desde la cárcel.

El final, del cual no haré spoiler porque no es trascendental, es metafórico y extraño. Lo importante no es el final de la obra, sino los pensamientos internos del personaje a medida que viaja hasta su rumbo final. La historia trata de las relaciones humanas tóxicas, de los esfuerzos sobrehumanos que hacemos por ciertas personas. Las decisiones personales que en un principio parecen nimias pero que luego pueden suponer un cambio trascendental de nuestro futuro. El personaje de Nona se nos presenta como una Femme fatale, capaz de ejercer una influencia destructiva y avasalladora sobre el personaje. De esta relación enferma se basa la inmensa mayoría de la novela, y de cómo esta es capaz de transformar por completo al protagonista. A Nona apenas le hace falta hablar con el protagonista para que este cumpla todos sus deseos.

Sobre el compendio en general diría que se trata de un ejemplar perfecto para iniciarse en King y ver sus vertientes más típicas de escritura. Siempre se dice cuál es la mejor forma de acercarse a este autor, y elijas la novela que elijas, quizás se está ofreciendo algo que exige un entendimiento previo del autor. Este tipo de historias cortas son las que introducen de forma magistral el estilo personal del autor. Si lees estas historias y te gustan puedes comprender un poco mejor de qué va la cosa, y con ello adentrarte luego en novelas más complejas y disfrutar del todo de Stephen King.

7’5/10 la nota final

Reseña de «After Dark» (Haruki Murakami)

Reseña de «After Dark» (Haruki Murakami)

Es la primera novela que leo del escritor japonés y desde luego no me ha dejado indiferente. Caracterizado por su existencialismo y las constantes referencias al jazz y a la cultura japonesa -especie de Julio Cortázar actual, más ameno quizás- sus novelas buscan que el lector las desenrede. Él nos ofrece un nudo como trama que debemos desentrañar, para, a veces, encontrar que los hilos no llevan a ninguna parte.

After Dark nos cuenta la historia de una joven de 19 años de nombre Mari que, por causas que a lo largo de la novela se conocen, deambula en mitad de la noche de Tokyo. Un barrio que de día parece una cosa pero que de noche se convierte en otra completamente distinta. La novela, sin contar gran cosa, con una narrativa difusa, abre varios caminos que desembocan en puntos distintos. Mari es el punto central que va dejando aberturas a lo largo de sus encuentros con distintos personajes. Aquí podéis encontrar SPOILERS, así que leed con cuidado:

-La relación entre Mari y Takahasi, un joven que conocía a la hermana de Mari, Eri, joven muy atractiva, contraposición completa de Mari.

-Un accidente con una prostituta de origen chino que ocurre en un love-hotel del centro regentado por la ex-luchadora Kaoru -el personaje más logrado y afable sin duda-, al cual se ve obligada a ir Mari por su conocimiento del mandarín.

-La vida nocturna de Shirakawa, agresor de la prostituta china y padre de familia que está siendo buscado por la mafia que dirige la prostitución en la zona.

-El problema de Eri. Desde hace unos meses su vida se centra en dormir. No se relaciona con nadie de su familia y no se sabe a ciencia cierta qué le ocurre. Su noche se desarrolla de forma onírica para el lector.

Estas son las cuatro grandes tramas del libro, las cuales se enlazan mínimamente a lo largo de la trama. Siendo un libro relativamente corto su lectura es sencilla y amena, además de que el tiempo que transcurre es una noche, noche en la que sucede todo lo narrado. La mayoría de las tramas no tienen conclusión, se quedan en el aire. La relación entre Mari y Takahasi se queda en ciernes debido a un viaje de esta a China. Nunca sabremos qué le ha ocurrido a la joven prostituta china, la cual ha sido recogida por un joven de la triada. Shirakawa consigue llegar a su casa sin ser atrapado por la mafia, pero sabemos que le buscan y no pararán hasta encontrarse, etc. Así todas las historias acaban de forma inconclusa, dejando al lector la oportunidad de rellenar los huecos que se nos ofrecen.

Del estilo de la novela llama mucho la atención lo cinematográfico de la misma. La cámara forma parte de la novela como un punto de vista esencial. El autor nos va desplanzando con la cámara, que sobrevuela el cielo de Tokyo, por los distintos personajes y por ende las distintas tramas. Nos movemos por los espacios como se movería el director de una película, especificándose tal cual en la obra:

No se distingue su rostro. En estos momentos, la cámara o bien lo capta de espaldas, o bien le enfoca otras partes del cuerpo.

Una camara que enlaza muy bien con la figura del narrador omnisciente que todo lo ve -pero que en este caso no todo lo sabe-. Los misterios, parte de la gracia de los finales abiertos, son un hecho en la novela. No conocemos datos importantes de los personajes, se deja entrever ciertas cosas pero jamás se aclara del todo la información. Uno de los momentos más crípticos por ello de la novela será el de la razón de por qué Eri duerme. Y sobre todo, por qué Eri despierta en mitad de una habitación -se asemeja a una oficina, igual que la de Shirakawa– vacía, a la cual ha llegado a través de una imagen de un hombre enmascarado que ha aparecido en la televisión de su cuarto. Sin duda esconde un significado profundo, tanto que quizás el lector es incapaz de llegar a él.

Ahí estaría quizás uno de los puntos negativos que observo en la novela, la falta de datos / información concluyentes. Siempre está bien que el misterio sea una guía para dar al lector algo para pensar, pero que nada se resuelva puede ser un poco imcómodo para el lector. Sobre todo cuando una trama muy interesante -y que prometía-, como es la de Eri y ese visitante nocturno, queda completamente sin resolver. No se dan ni retazos de la razón de por qué esto ha sucedido, ni de quién es el desconocido que presuntamente la ha raptado por unos minutos.

Por lo demás la novela al parecer está dentro de su estilo habitual de escritura. Referencias habituales al jazz y a música actual japonesa, un existencialismo japonés muy bien encarnado en personajes jóvenes que no ven un futuro claro y deciden abandonar sus sueños por objetivos más terrenales y posibles… Murakami, pese a su edad, comprende muy bien las preocupaciones y particularidades de los jóvenes japoneses.

No es una novela que quiera contar mucho, sino que quiere hacer pensar mucho. Embelesa y es de fácil lectura. Según la crítica no es ni mucho menos de lo mejor de Murakami, y recomiendan iniciarse a él con otros libros. Pero según mi experiencia, y lo que ha resultado en mi interior, es que este libro me ha dado ganas de leerme otros de él. 7’8/10

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