Me meto un tiro,
¡Pum!
El eco suena,
¡Pum!
O quizás es el corazón,
¡Pum!
Que todavía sueña.

Mes: marzo 2018

Reseña de «Diez negritos» (Agatha Christie)

Reseña de «Diez negritos» (Agatha Christie)

Dios es mujer porque Dios es Agatha Christie.

Y ya. Podría dejar la reseña ahí. No es necesario decir más.

Es broma. Las obras de Agatha Christie -las que he podido leer-, son dios. Ella como persona quizás no tanto, pero eso es algo ajeno a su calidad literaria, aunque no por ello dejaré de comentarlo.

Diez negritos es una auténtica obra maestra, y no por nada se considera que es uno de los diez libros más vendidos de la historia -siendo la propia Agatha la autora más vendida de la historia y todas sus obras lo tercero más leído detrás de Shakespeare y La Biblia). Muchas veces creemos que los clásicos, pese a ser clásicos, deben parte de su fama al azar o a que los críticos lo han querido escoger así. Tal vez simplemente son fuente de influencia máxima, pero no por ello válidos para la lectura actual. Pero no nos damos cuenta que en casi todas las ocasiones los clásicos lo son por algo; porque son los mejores en su género. Y este es, sin duda, el caso de Diez negritos. Una novela que en absoluto se sale de la tónica general de la maestra del suspense pero que pese a ello es el ejemplo perfecto de cómo escribir posiblemente una de las mejores novelas de misterio de la historia.

Aparecen los personajes tipo tan característicos de sus obras y de la novela de misterio de la época: el mayordomo, el médico, el policía, el detective, el general… No falta casi ninguno.  Como es propio en estos personajes no destacan en absoluto, pero lo que Agatha Christie hace con mayor maestria que la mayoría de escritores es utilizarlos para crear un tejido narrativo perfecto. Utiliza cadáveres literarios para crear una trama y un misterio que ni con el mejor personaje de la historia podría haberse creado. No le hace falta dar demasiada profundidad a sus personajes -da la justa para brindar de sentido a la historia- sino que la profundidad recae en la perfección del misterio, que normalmente coincide con cómo se ha producido el crimen. Y, no hace falta decirlo, nadie mataba mejor -en el sentido del misterio- en las novelas que Agatha Christie.

A partir de ahora van a volar los SPOILERS, así que los interesados en leer la novela, absteneos de leer más. Quisiera primero poner el poema en que se basa la totalidad de la novela:

Ten little nigger boys went out to dine;
One choked his little self, and then there were nine.

Nine little nigger boys sat up very late;
One overslept himself, and then there were eight.

Eight little nigger boys traveling in Devon;
One said he’d stay there, and then there were seven.

Seven little nigger boys chopping up sticks;
One chopped himself in half, and then there were six.

Six little nigger boys playing with a hive;
A bumble-bee stung one, and then there were five.

Five little nigger boys going in for law;
One got in chancery, and then there were four.

Four little nigger boys going out to sea;
A red herring swallowed one, and then there were three.

Three little nigger boys walking in the zoo;
A big bear hugged one, and then there were two.

Two little nigger boys sitting in the sun;
One got frizzled up, and then there was one.

One little nigger boy left all alone;
He went out and hanged himself and then there were None

 

Este poemilla es la base de todos los asesinatos. El asesino, que después gracias al epílogo se descubre que es uno de los diez personajes (el juez Wargrave), encarnados en los diez negritos que canta la canción, quiere realizar el asesinato perfecto basándose en esta canción que escucho cuando era un niño. La maestría de basar la trama en este poema es absolutamente mágica, pues una vez que el lector se da cuenta, antes de que el personaje de Vera Claythorne lo haga, de que los asesinatos se van desarrollando tal cómo dice el poema, uno está una y otra vez, a medida que avanzan las páginas, volviendo al poema para averiguar si efectivamente el asesinato se ha desarrollado según lo previsto. Esto es jugar con el lector como muy pocas veces se había hecho hasta la fecha. Todo está escrito, la canción admite que van a morir todos, y uno intenta hacer sus propias cabalas para averiguar como sucederá todo, para después Agatha Christie borrar todo de tu cabeza y darte la verdadera respuesta a los hechos.

Y desde luego, casi nadie creo que lo pudiera averiguar a la primera. La misma Agatha Christie admitió -lo podéis ver aquí– que sin duda es lo que más le costó en toda su extensa carrera literaria. Es muy difícil crear una serie de asesinatos, a la vista del lector, imposibles, y luego mediante un epílogo hacer que todos hayan sido cometidos bajo la más estricta perfección. Se nos dan falsas pistas que pueden inducir a acusar falsamente a uno de los personajes. Yo en lo personal creía que el primero en morir, el joven fornido que responde al nombre de Anthony Marston, era el asesino. Pensaba que su envenenamiento era falso y que tan solo aparentaba su muerte. Una vez fallecido para todos sus compañeros sería muy fácil asesinar al resto sin levantar una sola sospecha. Pero es obvio que me equivocaba. El asesino es el quinto en morir, pero mediante una muerte fingida. El juez Wargrave es, aparte de un maniático psicópata, un hombre con una enfermedad terminal. En su vida siempre quiso, ilusión enfermiza de persona con ínfulas de dios, cometer el mejor crimen que se haya visto. Se cansó de juzgar, se aburrió de ver, por lo que pasó a la acción. Jamás nos imaginamos que el asesino ya está muerto, que apenas le quedan días, que nada tiene ya que perder. Envenena y asesina a unos, finge su propia muerte con la ayuda del médico, Edward Armstrong, y una vez se deshace de este, tiene vía libre para asesinar al resto -e inducir, en apoteósico final, el suicidio de la última superviviente-. Pero una vez siendo el último con vida, se suicida, dejando su cuerpo en las circunstancias perfectas para que la policía jamás pueda resolver el caso. Según la investigación policial posterior se pueden tener sospechas de los últimos en morir, pero jamás adivinar quién ha sido; es realmente el crimen perfecto. El único fallo del juez es, por vanidad tal como admite en el epílogo, redactar pormenorizadamente cómo asesinó a cada uno. Esta declaración la introduce en una botella antes de suicidarse en la isla donde todo ha ocurrido, botella que es encontrada tiempo después.

(ilustración de el juez Wargrave, por Esperanza Peinado)

Exasperante es, en el buen sentido desde luego, tener que esperar hasta las dos últimas hojas para averiguar la verdad sobre el crimen. Como suele pasar en todas estas novelas la resolución del caso no se descubre hasta las últimas hojas, y esto hace que el lector no quiera dejar de leer hasta ver cómo ha ocurrido todo. A mi parecer es el mejor tipo de novela para asegurarse de que uno va a estar leyendo sin parar hasta terminar el libro. Al humano, morboso por naturaleza, no le gusta algo más que el crimen, e incluso más que eso, los detalles de cómo este se ha cometido. Nos encanta meternos en la mente del loco, del asesino, intentar entenderle aunque sea difícil, y en este caso realmente es fácil. Los nueve personajes restantes, aunque en un principio se cree que el juez también, son culpables de uno o varios asesinatos, aunque judicialmente no pudieron ser juzgados. El médico comete una negligencia médica por operar borracho, el general manda a la muerte al joven amante de su mujer, el policía acusó a alguien inocente… Ya me entendéis, personas totalmente culpables de un asesinato pero que han podido librarse debido a su alto rango o a que la justicia no contempla esas decisiones como homicidios. Y esto a nuestro juez no le gusta, pues él sabe que son culpables. Son muchos años juzgando a las personas y viendo cómo algunas de ellas se libran por la torpeza de lo judicial. Por eso nos vemos representados con el juez. Sí, es un asesino frío, despiadado, pero no hay que olvidar que su crimen perfecto lo comete asesinando a asesinos. Es un hombre que tarde o temprano morirá, qué mejor que haciéndolo matando a asesinos creando, en cierta medida, una obra de arte con ello. Es perfecto. No puede haber asesino más justo. Y eso es lo que pretende y hace de forma magistral la autora.

No tengo nada más que añadir respecto a lo literario, es intachable. Un pequeño apunte más. Sí me gustaría añadir algo respecto a cómo trata Agatha Christie a ciertos personajes. No es ningún misterio que Agatha Christie era una persona muy conservadora y bastante racista. Ya desde el título original del propio libro, Ten little niggers, a las menciones continuas del carácter hostil y agarrado de los judíos. Incomoda, no voy a decir que no. Es tristemente algo muy común en toda la literatura universal; la misoginia y el racismo, por poner dos ejemplos, son dos realidades que tristemente nos han acompañado a lo largo de nuestra historia, y algunos autores mostraban más que otros su forma de pensar, y Christie era una de esas personas que no tenía en absoluto miedo a reflejarlo en sus libros. Algunos dicen que lo hacía como muestra del carácter de sus personajes, pero es innegable que ella así veía el mundo que le rodeaba. La única pega, que tantas veces tenemos que sufrir los lectores actuales cuando vemos pensamientos añejos y de otros siglos reflejados en nuestros clásicos más queridos. 

 

 

Reseña de «Azaña» de Carlos Rojas

Reseña de «Azaña» de Carlos Rojas

Es una reseña un tanto difícil debido a que es una novela histórica con gran cantidad de datos biográficos del personaje que da título a la obra, Azaña. Más bien diría que es una biografía con ansias de novela histórica, ya que salvo detalles muy puntuales todo lo que se narra es estrictamente histórico y real. Os podéis imaginar lo que da de sí una novela histórica que narra los acontecimientos principales de la vida de Manuel Azaña con presidente de la República española, y de cuántas maneras se puede entender dichos hechos. Mencionado esto para avisar sobre posibles vertidos ideológicos en esta reseña, comencemos.

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Foto extraída de https://www.elconfidencialdigital.com/

Estamos ante todo un Premio Planeta (edición de 1973), por lo que se presupone su calidad literaria. No obstante después hablaré de este conocidísimo premio literario español (el 2º en el mundo tan solo detrás del Nobel en cuanto a su dotación económica) que quizás no tenga demasiadas razones para ser admirado.

Azaña es un libro bastante arriesgado para su época. Pese a que la dictadura franquista se encontraba en sus últimos días, esta seguía siendo un hecho junto a su censura. Es llamativo cómo se habla abiertamente de ideologías políticas de izquierda sin ningún tipo de denotación. Se estudia de forma concienzuda el bando republicano y cómo este, con sus incapacidades, afrontó una guerra que ellos no comenzaron y vieron venir de repente. Se ensalza a personajes de la república a la vez que se desmitifican otros tantos. No obstante, pese a narrar y detallar la crudeza de la guerra, hay un motivo trascendental por el cual esta obra pudo ser publicada en este año; se obvia por completo el punto de vista sublevado. Se narran las acciones -conquistas de ciudades, bombardeos, mensajes- pero no se acompaña de una descripción objetiva, ni subjetiva, de los horrores que obviamente también podían verse en el lado fascista, necesarios para entender la cuestión al completo. Solo hay un horror, y ese es el del bando republicano. Debido a esa falta de detalle sobre la otra facción, oportunamente traída a cuenta, el libro puede desenvolverse en un halo de política incesante. Es una especie de «bien queda» obvio debido a las circunstancias de la época.

Se desarrolla desde una primera persona. Un Azaña viejo, destrozado por lo que ha tenido que vivir en la guerra y por los fallos que sabe que ha cometido. A veces ese Azaña se sale del propio Azaña, y llega a discernir que todo es ficción, un libro, pero los que lo acompañan lo toman como desvaríos de un individuo que ha vivido ya demasiado en las peores circunstancias. La calidad literaria del libro es máxima; poco está escrito al azar o por rellenar. Cuando no se habla de momentos clave de la Guerra civil española (el golpe de estado de julio del 36, la batalla del Ebro, el problema catalán. la resistencia de Madrid, la insurrección de los anarquistas en Barcelona…) también se habla de sucesos que un muy personal Azaña -este Azaña literario por supuesto- considera tan o más importantes que los mayores movimientos de tropas de la guerra. Este Azaña le da una importancia suma a la salvación de las obras de arte del museo del Prado. Durante bastantes pasajes del libro se ve cómo una de sus máximas prioridades es mantener a salvo las obras hasta que estas lleguen a la frontera.

Mucho interés tienen las conversaciones una vez ya exiliado, en Francia, donde conociendo a un obispo afín a sus ideas, mantiene conversaciones interminables sobre su vida y el mundo que les rodea:

-Más allá de esta monserga, no hay nada – córtame el obispo, pesaroso-. Se termina todo, como al final del universo, donde ni siquiera cabe el vacío.

-Cabe el fascismo. De cristiano poco tiene.

-Es puro romanticismo pagano -asiente monseñor-. El último convencimiento de que el hombre no fue creado a imagen de Dios, sino de la raza. El fascismo, sin embargo, no sobrevivirá esta guerra. Usted lo auguró con toda certeza.

No obstante a veces considero estas conversaciones demasiada introspectiva, llegando incluso a veces a lo metafísico. A veces es difícil seguir al ficticio Azaña cuando se encuentra más separado de la vida terrena. Sus frases son inconexas, a la vez se arrepiente de algo como lo exalta. Entiendo la intención del autor de crear con todo esto un personaje mucho más realista y vivo, pero teniendo en cuenta que gran parte de la obra se desarrolla en la extrema verosimilitud de los hechos, es algo que a mí en lo personal me distrae un poco de la intención general del texto.

Uno de los puntos fuertes de la obra son las ya mítica discusiones de Azaña -por llamarlas de alguna forma- con su enemigo político, Negrín. En la vida real no se aguantaban y se muestra así muy bien en la obra. Pero aun guardándose un odio eterno, lo cruel de las circunstancias hace que entre ellos se forme una especie de amistad de necesidad; solo ellos saben, más allá del odio mutuo que se tienen, lo duro que han sido los últimos años, por lo que se necesitan cerca para entender lo difícil que ha sido todo.

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(Juan Negrín)

Por ello Azaña está encarnado como un hombre totalmente derrotista. Muy humano, quizás demasiado humano. Se sabía de él que era un hombre sensible, con preocupaciones literarias y dramáticas. Muchos por ello consideraban que era más escritor que político. Pero pese a ello me parece que se da un toque exagerado al personaje. Y tampoco se le excusa con las circunstancias. Se le atribuyen todos los fallos de la derrota republicana cuando esta fue un cúmulo de circunstancias, históricas, sociales.,políticas y militares, que nadie podría haber cambiado jamás. Aun con ello, cuando la narración se centra en los acontecimientos históricos, te crees de pleno al Azaña caracterizado en la obra, y eso es todo un logro. No puede decirse que sea una novela histórica, más bien se trata de un libro de historia novelizado.

Y por último, como he prometido, quería hablar del famoso Premio Planeta. A partir de aquí todo lo escrito se basa completamente en un punto de vista subjetivo. El Premio Planeta no es lo que dice ser, y son muchas las pruebas. Si queréis un análisis más extenso sobre por qué es casi una farsa, podéis leer esta entrada de El confidencial donde se explica de forma detallada. De forma resumida, el ganador o ganadora del premio se conoce mucho antes de la entrega de premios. Se ponen en contacto con los escritores para que estos, por el sustancial premio, escriban una novela que se sepa va a vender. El objetivo sería premiar una novela, no con la mayor calidad u originalidad, sino llamativa, que venda, para que así Planeta con la posterior edición, hablando claro, se forre. En el año 1994 los grandísimos escritores Ernesto Sábato y Miguel Delibes admitieron que les habían ofrecido ganar el premio. Buscan un perfil famoso o totalmente novedoso, para ganar crédito por ello.

Así que, entendiendo esto… ¿Quién nos dice que esto no fue una estrategia para vender más y mostrar una falsa libertad de expresión? No tengo ninguna prueba, en absoluto. Carlos Rojas es un escritor totalmente respetable que lleva toda su vida escribiendo sobre historia, y seguramente no sepa nada de esto. Pero a mí, simplemente, me huele.

Por lo demás un libro totalmente recomendable para todos aquellos que gusten de una novela ambientada en la guerra civil española, y sobretodo, interesados en la figura de Azaña.

El lenguaje secreto de los pájaros

El lenguaje secreto de los pájaros

El lenguaje secreto de los pájaros

Nos alcanza

Y tan pronto se va

Como un ave levanta el vuelo.

No lo alcanzamos,

Soñamos con tenerlo,

Nos arrancamos el corazón

Y se lo entregamos

A los sauces

Para que lo entierren,

A ver si conseguimos

Entender ese lenguaje.

Sale sucio, despeinado,

Especie de aborto de ave.

Nos ofuscamos, insistimos.

La furia nos alcanza;

El ave es declarada radical de fuerza

Que debe ser extinta.

La persecución es enfermiza.

Pero nos aterra ver

Cómo al ser apresados,

Torturados y asesinados,

Los pájaros siguen tranquilos

Entonando su cante

De tercio color madera.

Apresamos las notas

Como si fueran mariposas.

Las encerramos, las grabamos,

Hasta teorizamos con gigantes computadoras.

Es inútil.

Los pocos que quedan ya

Se ríen de nosotros mientras vuelan.

Cazamos al cielo,

Lo mandamos al suelo,

Llega a besar la tierra y eso nos basta.

Imponemos la tierra como

El nuevo cielo.

Apenas quedan unas decenas.

Se refugian,

Pero no por ello dejan de cantar.

Sus dulces sonidos les delatan;

Se delatan ellos mismos,

Quieren ser apresados.

Les juzgamos con dureza,

Tribunal público y encierro privado.

Poco a poco van desfilando por el patíbulo.

Poco a poco se les arranca

Las delicadas cuerdas vocales.

Ya solo queda el último,

Único en su especie.

Mira con tranquilidad

A un horizonte que solo él ve,

Su voz es clara y tajante:

El lenguaje secreto de los pájaros

Jamás estuvo en nosotros…

Habéis cazado un fantasma

Reflejado en un espejo

Que canta con nosotros

A algo que todavía no entendemos.

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Aves muertas (Goya) 1808 – 1812. Óleo sobre lienzo 

Hábitos para leer más (que no mejor)

Hábitos para leer más (que no mejor)

Chica con libro, de Pietro Antonio Rotati (1707-1762)

Bien dicho está en el título. Con esta entrada no pretendo dar indicaciones con la intención de leer mejor, sino para hacerlo en mayor cantidad. Hay que tener en cuenta que esto en casi todas las ocasiones no es lo adecuado; en lo personal prefiero media hora de lectura de calidad que cuatro horas donde apenas me estoy enterando de lo que leo. Ante la duda mejor calidad que cantidad. Pero como sé que hay gente que cuando lee puede aprovechar cada minuto de ese rato, me incluyo entre ellos, se me ha ocurrido hacer una pequeña entrada con ciertos consejos para poder aprovechar esos pequeños espacios que nos deja la rutina, en este caso, para leer más y más:

1. Déjate un libro de lectura fácil en el cuarto de baño:

Tardarás eones en terminarlo, quizás no haga falta; puede ser un libro al estilo de enciclopedia donde durante cinco minutos -o lo que cada uno tarde en hacer sus necesidades- puedes leer algo distinto. Quizás uno que te cueste mucho leer y no puedas con él más de diez minutos, es la excusa perfecta para leerlo poco a poco. Tal vez un libro de mierda -juejuejue- que quieras leer pero al cual no quieras dedicar demasiado tiempo. Si no te apetece tener un libro de lectura en el baño, coge el que estés leyendo en ese momento. Lo importante es que dejes el móvil lejos del baño. Lee durante el rato en el cual estarías echando un vistazo a Twitter o Instagram. Hablando claro, que cuando te entren ganas de cagar lo primero que hagas sea coger un libro para leerlo mientras.

2. Lleva siempre un libro encima:

Mejor si es el que te estás leyendo, así lo aprovecharás mejor. La vida está llena de momentos en los que hay que esperar: cogiendo el bus, haciendo cola para papeleo, esperando la comida… Es inevitable. Lo que sí se puede cambiar es lo que haces mientras esperas… Normalmente estar con el móvil -al final la entrada podría resumirse en «lee en vez de estar con el móvil», al estilo madre enfadada-. Pero gracias a tener un libro al lado, aunque parezca una tontería, lecturas de cinco o diez minutos durante el día que se van juntando pueden hacer que ganes una media hora, o incluso más, de lectura completa, lo cual no es poco. Sí, es incómodo tener que llevar siempre un bolso o lo que sea para tener el libro cerca, pero al final uno se acostumbra, y merece la pena.

3. Lee por las noches:

Es algo que mucha gente hace, pero también hay mucha gente que no. Lo llevo haciendo toda mi vida y es perfecto. Da igual que estés cansado y sepas que no vas a leer más de diez minutos porque se te cierran los ojos, hazlo. Aparte de ganar tiempo de lectura en una situación donde no harías nada -o de nuevo, estarías con el móvil- ayuda a dormir mejor. Suele funcionar especialmente bien en los días de insomnio, donde crees que nada te hará dormir. Al leer cansarás la vista, y tener los ojos fatigados es una de las mejores cosas para dormir, ya que facilita todo.

4. Rutina de lectura:

Oblígate a tener una rutina de mínimo una hora al día de lectura. Organiza el día. Si no tienes tiempo invierte menos horas o minutos al resto de tus actividades y suma el tiempo quitado de todas para leer. Desde luego esto requiere sacrificar interés ante otras actividades que uno pueda realizar, pero si uno necesita leer más, quizás hay que restar tiempo a otras realidades de nuestra vida. Con una hora de lectura «obligada» al día está bien. Si sumamos el rato de por la noche, el del baño y el de las horas muertas, quizás tengamos dos horas al día, que es más que suficiente. Luego si alguien quiere añadir más horas libre es, pero lo más importante de todo es intentar que ningún día esa rutina se salte; la rutina se convierte en rutina por repetición. E insistiendo en ello poco a poco la rutina deja de costar para pasar a ser algo que buscamos.

5. Clubs de lectura:

Nunca lo he probado, pero es una excusa perfecta para socializar a la vez que te impones leer algo, por tonto que sea. Conoces a gente con tus mismos gustos y te propones una meta de lectura a la semana. Si estás en uno de esos momentos en los que no sabes lo que leer, lo impuesto por el club te servirá para no tener que pensar en ello y leer lo que se ha propuesto. Y lo mejor de todo, tendrás a alguien con quien poder hablar de la lectura.Una de las peores cosas de leer en solitario es que después de leer un libro que, por ejemplo, te ha encantado, no tienes a nadie con quien compartir esa experiencia. Yo lo hago a través de reseñas, pero lo verdaderamente bonito es poder hablar de lo que el libro os ha transmitido en persona. Si un club de lectura no te convence, simplemente ponte de acuerdo con un amigo o amiga para leeros el mismo libro. Lo único que tenéis que hacer es hablar de él una vez que los dos lo hayáis terminado.

6. Vete a lo seguro:

Si prefieres cantidad a calidad, vete a lo seguro. Con esto quiero decir que no te arriesgues con las lecturas y dirígete siempre hacia algo que sepas que te va a enganchar. Lo malo de intentar cosas nuevas es que en ocasiones no hay otro remedio que dejar libros a la mitad y abandonarlos, y esto podría ser considerado tiempo perdido. Para evitar esto haz una lista de los géneros y autores que más te han convencido y simplemente echa vistazo a libros que se encuadren en ese eje; no vas a fallar. Tienes casi la plena seguridad de que leas lo que leas te va a enganchar, y por ello vas a leer más. No es algo con lo que esté de acuerdo. A mí me encanta probar cosas nuevas, pero tengo que admitir que este consejo funciona; si no arriesgas siempre aciertas.

Opcional: audiolibros

No soy demasiado fan, lo he intentado y la inmersión es mucho menor que con la lectura tradicional, pero uno gana mucho tiempo, como es obvio, ya que mientras escuchas la narración puedes hacer cualquier otra cosa. Recomendaría un libro de lectura sencilla, no demasiado complicados, que se puedan entender con facilidad escuchando a alguien narrándolos. Hay aplicaciones gratuitas en Internet bastante decentes, aunque siempre se puede ir a lo legal y aventurarse a comprar un audiolibro de la manera tradicional. Quién sabe, a lo mejor uno se engancha y es algo que merece la pena hacer.

Pequeños consejos que espero os sirvan.