Me meto un tiro,
¡Pum!
El eco suena,
¡Pum!
O quizás es el corazón,
¡Pum!
Que todavía sueña.

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Mi patria

Mi patria

Mi patria es el corazón de mis amigos. Una patria por la que moriría. Mi bandera son mis seres queridos. Una bandera sobre la que yacería. No creo en trozos de tela que quieren expresar mucho y no son capaces de llegar al alma de todos. La patria exigiría fiel y completa pasión por ella; son necios si pretenden que una entidad fantasma, dios de naciones, pueda conseguir tal misión. El vínculo que tengo con su patria es tan débil que soy capaz de caminar sobre el lecho de mentiras que deja ante su arrastre agónico. Tampoco creo en falsas promesas. El único independentismo en el que creo es en el de separarnos de nuestros miedos. Y esa revolución deseo y espero que sea violenta en todos sus aspectos.

La patria

La patria

La patria es una cueva. Entre una cueva y otra no hay muchas diferencias a simple vista, ni a compleja. Conjunto de piedras más o menos bonitas que dan salida a algo mejor. Lo único distinto que hay dentro de las cuevas pudieran ser sus habitantes. Y en un principio eran todos iguales. Alguien, quizás por necesidad egocéntrica, decidió que no quería parecerse a los de la cueva de al lado, no le gustaba la forma de sus orejas. Esta opinión gozó de gran aceptación entre todos los habitantes, pues del tedio acumulado deseaban algo novedoso en lo que centrarse. Los de la otra cueva, en forma de venganza, ridiculizaron la extraña nariz que tenían estos, algo torcida. Una tercera cueva, viendo que debido a la prematura guerra esas dos cuevas estaban tomando todo el protagonismo, quisieron también hacerse notar y decidieron pintarse todo el cuerpo de rojo. El resto de cuevas o desaparecieron por la importancia de las que decidieron cambiar u optaron por modificaciones o acciones mucho más extravagantes. En un momento todas las cuevas eran distintas las unas de las otras; eran tan distintas que ninguna destacaba sobre la otra. No había forma de sobreponerse sobre el resto. La triste decisión final fue la de iniciar la primera y última guerra para desentrañar el misterio de cuál era la cueva más magnífica. En un mundo de hambre, miseria y dolor, que fue el que quedó, tan solo queda ya un recuerdo; la guerra la inició una oreja.