Me meto un tiro,
¡Pum!
El eco suena,
¡Pum!
O quizás es el corazón,
¡Pum!
Que todavía sueña.

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Reseña de «El valle de los caballos» (Jean Marie Auel)

Reseña de «El valle de los caballos» (Jean Marie Auel)

Debería haber reseñado el anterior libro de esta saga, «El clan del oso cavernario», sin duda el más famoso de todos ellos, pero como me lo leí antes de empezar a reseñar los libros que me voy leyendo, he decidido empezar todo con este que nos ocupa ahora, «El valle de los caballos», continuación del anterior y segundo libro de la saga «Los hijos de la tierra» de la escritora estadounidense Jean Marie Auel. Como siempre en esta reseña es muy probable la existencia de SPOILERS, por lo que recomiendo que se abstengan de leerla todos aquellos interesados en introducirse a esta saga de libros.

El Resumen de la obra es el siguiente. «El valle de los caballos» comienza justo cuando finaliza el anterior libro; Ayla, la protagonista homo-sapiens que se crió con un clan de neandertales, ha sido expulsada del clan por venganza de Broud, el hijo de Brun, antiguo jefe que ha declarado a su hijo como nuevo jefe. Perdiendo a su retoño en el proceso Ayla es obligada a vagar por los territorios del norte en busca de los Otros, nombre que reciben los homo-sapiens por parte de los neandertales. En esta búsqueda sin fin Ayla descubre una caverna en un valle, denominado de los caballos por la existencia en gran número de estos, y decide estacionarse allí hasta proseguir la búsqueda de sus congéneres. Varias son las causas que hacen que la joven permanezca allí por varios años (la domesticación de un caballo y un león cavernario son algunas de ellas). A la vez que Ayla descubre esta caverna una joven pareja de hermanos, Thonolan y Jondalar, inician un viaje desde muy lejano siguiendo un gran río. En una serie de diversas aventuras y tras miles de kilómetros recorridos -y tras varias estancias en distintos poblados-, Thonolan muere a manos del león domesticado de Ayla –Bebé-, quedando Jondalar malherido y siendo salvado en un encuentro totalmente fortuito con la joven protagonista. Esta se lo lleva a su caverna y cuida allí de él, creándose poco a poco un vínculo muy fuerte entre ambos jóvenes. Al final de la novela Jondalar y Ayla se encuentran con gente de los Mamutoi, poblado humano, significando esto el reencuentro pleno de Ayla con su verdadera especie.

Una de las características más sobresalientes de esta saga es la extrema verosimilitud de todo lo narrado. Jean Marie es un experta en La Edad de Hielo y en la vida de los seres humanos de la época. Todo este conocimiento lo expresa a la perfección en lo narrado en el libro. Modos de caza, medicina arcaica -con descripciones puntillosas de las plantas y hierbas que forman parte en los procesos de curación-,paisajes característicos de la época junto a su flora y fauna, la sociedad de los poblados, las relaciones humanas, etc. Jean Marie crea una descripciones que nos sumergen del todo en un mundo que su maestría hace que cobre vida. Esto también incide de forma negativa en el libro, pues el ritmo es bastante lento, llegando a veces a ser tedioso pues el lector ve que la trama no avanza. Podemos leernos la mitad del libro y ver que no se avanza nada en la trama y que todo sigue igual que al principio. No obstante esto no molesta demasiado ya que por otra parte estamos observando constantemente la creación de un mundo con vida propia.

La maestría de Jean Marie no se halla tan solo en sus profundos conocimientos de La Edad de Hielo, sino que su calidad como escritora es indudable:

Zelandoni tiene razón – pensó -. Si los hijos de la Tierra llegan a olvidar quién les da el sustento, podemos despertar algún día para descubrir que no tenemos hogar.

O también se puede ver en este pasaje:

(…) y su tocón era una cicatriz viva en las sombras  de la tierra enmudecida del bosque.

Esta calidad a la hora de las descripciones y de la emisión de sentimientos genera unos personajes muy bien dibujados con los que pronto el lector crea un vínculo muy especial. Sabemos cuándo un personaje va a sentirse de una manera u otra nada más ocurrir las acciones; les conocemos muy bien. Esta maestría también puede verse en las escenas más sensuales del libro. La novela tiene constantes referencias al sexo -como es normal- pues el mundo arcaico era un mundo donde el sexo formaba parte de la sociedad visible, como el comer. Sus habitantes no tenían miedo alguno de realizar el sexo y darse placer mutuo en cualquier situación. Por ello las descripciones en los pasajes sexuales son increíbles. Pocas veces he disfrutado tanto de sexo narrado. La importancia del sexo se ve muy bien reflejada en este libro.

Si tengo que hacer una comparación con su predecesor diría que me ha gustado más, pero pese a pertenecer a una misma saga de libros son dos novelas bastante distintas. Esta segunda parte a mi parecer pierde en credibilidad -a continuación hablaré de ello- pero gana en narratividad. El anterior libro se asemejaba más a un documental escrito, la vida de un clan de neandertales en el cual se ha colado una homo-sapiens, que a una novela histórica, género en el que se enmarca «Los hijos de la tierra». En esta novela ocurren infinidad de cosas más que en la anterior pese a su lentitud narrativa, y se agradece. Este libro se siente más novela y por ello atrae más al posible lector. Se crea en ciertos pasajes suspense y expectación, algo que se echa de menos a veces en «El clan del oso cavernario».

En cuanto a lo de la credibilidad creo que se pierde por varias razones. Las conversaciones se sienten demasiado fluidas y superfluas en los homo sapiens. Estoy de acuerdo con que pese a su arcaísmo estas personas sentían y padecían de lo mismo que nosotros, pero ciertas bromas y conversaciones me parecen demasiado actuales como para encajar del todo bien en un ambiente así. La doma de caballos puede encajarme en una época así, quizás existió tan temprano, pero no me encaja la domesticación de un terrible león cavernario, y mucho menos la doma y monta del mismo, algo que sí ocurre en la novela. Tampoco me parece muy realista que una yegua y un león convivan plácidamente en la misma caverna. Pero pese a estos puntos menos realistas la obra conserva un influjo muy verosímil en todo lo demás; los veo realmente como métodos de crear una narrativa y mundos más entretenidos.

Quizás la otra pega que encontré en el libro es muy específica, pero que me dejó extrañado. Pese a que el viaje de los dos hermanos se narra con cuidado y pausa en el principio de la novela, el encuentro entre estos y Ayla, además del viaje -les separan miles de kilómetros todavía- creo que la autora quiere hacerlo demasiado deprisa. Se nota mucha diferencia entre lo pausado de la primera parte de la novela -descripción de paisajes, gentes, animales- frente a lo raudo en el encuentro fortuito de los protagonistas. Era necesario, pero muy rápido. Además, aunque no es una pega, cada capítulo alterna los puntos de vista de los hermanos y Ayla, y desde muy pronto se sabe que el destino final de ellos es juntarse en algún punto de la novela, algo que resta expectación al libro.

Recomiendo mucho esta saga, pero no os voy a engañar; es dura. Aunque te enganches a los libros y leas a diario varias horas cuesta leérselos. Son libros que sobrepasan las 600 páginas, además de tener una letra pequeña. Pero merece la pena y mucho. 8/10

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