Me meto un tiro,
¡Pum!
El eco suena,
¡Pum!
O quizás es el corazón,
¡Pum!
Que todavía sueña.

Etiqueta: opinión

Reseña de «Faranheit 451» (Ray Bradbury)

Reseña de «Faranheit 451» (Ray Bradbury)

Como en todas las reseñas aviso de los posibles spoilers que puedan aparecer en ella. Dicho esto.

De entre las tres grandes distopías del siglo XX, que incluirían a Un mundo feliz de Aldous Huxley, 1984 de George Orwell y, esta que ahora me encuentro reseñando, Faranheit 451 de Ray Bradbury, ya tengo un top 3 bastante bien forjado. Para mi sorpresa, la novela que pensaba que menos me iba a convencer, Faranheit 451, se ha colocado en segundo lugar muy cerca a 1984. Un mundo feliz, no sé por qué, pese a parecerme una gran novela, no termina de convencerme. Pero en esta reseña estoy hablando de una novela en exclusiva:

Posiblemente, de entre todas las distopias que he podido leer, Faranheit 451 es la que nos acerca a un mundo desastroso de forma más valida y realista. Que nos llenen de un placer irrisorio -soma- me parece incluso demasiado bonito, que un régimen fascista consiga mantenernos controlados gracias al Gran Hermano, poco original, ya ha ocurrido y ocurre en algunos países, pero que sea la propia cultura la que desfallezca, convirtiéndose en un producto carente de sentido -con todo lo que ha significado a lo largo de nuestra historia- es simplemente magistral. Somos nosotros mismos, con los avances tecnológicos y la obsesión con la falsa oportunidad -asegurar una y otra vez que todos somos iguales, malinterpretando esto con que todos merecemos las mismas oportunidades, que a mi parecer sí las merecemos, otra cosa es que unos puedan aprovecharlas mejor que otros-, crear una sociedad completamente vacía, sin preocupaciones. Una sociedad totalmente enferma, donde el índice de suicidios es inmenso, pero unos suicidios que sus actores desconocen el motivo. Se sienten tristes pero no llegan a saber por qué. Somos nosotros con nuestra prisa por hacer todo de forma más rápida gracias a la tecnología los que simplificamos el mundo a paredes, especie de televisión en la novela, donde unos extraños, sin dejar de hablar, no nos dicen nada. La gente ha olvidado cómo eran las estrellas, ¿qué necesidad tienen de mirarlas si el observarlas no suplen una necesidad inmediata? Comer, dormir, y de vez en cuando, el placer que ellos dicen que es el adecuado.

Es un mundo como el actual, o que al menos se le asemeja en gran parte, y eso me encanta. Parece que la peor distopia podría ser perfectamente el mundo en el que vivimos plácidamente. Casas totalmente informatizadas, donde en los medios de comunicación se transmite contenido carente de significado, palabras sueltas que tan solo buscan entretener. Cada vez menos palabras (Twitter, redes sociales), más imágenes (Instagram), se desea que todo cale en las personas rápidamente, con imágenes y contenido sensacionalista, pero no que las personas reflexionen, porque claro, reflexionar precisa de conocer, aunque sea en escasa cantidad, el mundo que nos rodea, y en la novela, de forma muy inteligente, el autor nos indica que conocer lo que nos rodea es conocer la miseria que nos rodea, y esa sociedad distópica ha optado por mantener fuera de la reflexión a sus habitantes, haciéndoles con ello, falsamente, felices.

El final es muy inteligente. Personas con profesiones tan curiossas como la de antiguos profesores, editores, escritores, que no se arriesgan a mantenerse en las sombras en la ciudad y huyen, decidiendo convertir sus mentes en bibliotecas móviles. Se saben de memoria libros, y quieren sobrevivir a la guerra porque saben que ese conocimiento que guardan dentro, en algún momento, posiblemente el de la miseria, llenará de esperanzas a los que alguna vez denostaron la cultura. Saben que no son peligrosos para el gobierno de la ciudad; no tienen libros que les recriminen, ellos son los libros. Al final el protagonista, sin querer, descubre que en su interior descansan plácidamente todas las palabras, una por una, de un libro de la Biblia, y comprende la maestria, pero eso sí, también la paciencia, que requiere el plan de esos curiosos vagabundos que le auxilian en su huida apoteósica de la ciudad -que ejemplifica muy bien esa sociedad-.

¡Claro! ¿Por qué no lo habían hecho antes? ¿Por qué, en todos los años, no habían intentado aquel juego? ¡Todos arriba, todos afuera! ¡No podía pasar inadvertido! ¡El único hombre que corría solitario por la ciudad, el único hombre que ponía s us piernas a prueba!
—¡A la cuenta de diez! ¡Uno! ¡Dos!
Montag sintió que la ciudad se levantaba.
—¡Tres!
Montag sintió que la ciudad se dirigía hacia sus millares de puertas.
¡Aprisa! ¡Una pierna, la otra!
—¡Cuatro!
La gente atravesaba sus recibidores.
—¡Cinco!
Montag sintió todas las manos en los pomos de las puertas. El olor del río era fresco y semejante a una lluvia sólida. La garganta de Montag ardía y sus ojos estaban resecos por el viento que producía el correr. Chilló como si el grito pudiera impulsarle adelante, hacerle recorrer el último centenar de metros.
—¡Seis, siete, ocho!
Los pomos giraron en cinco millares de puertas.
—¡Nueve!
 Montag se alejó de la última fila de casas, por una pendiente que conducía a la negra y móvil superficie del río.
—¡Diez!
Las puertas se abrieron

En cuanto a las conversaciones y las reflexiones de los personajes, no pueden ser mejores. De todas ellas me quedo con la conversación del protagonista con el jefe de bomberos, Betty, completamente excepcional. Es para leerla una y otra vez. La voz del autor sobresale de la de los propios personajes, y se nota. Los personajes están extremadamente bien dibujados, posiblemente uno de los libros en los que mejor los he visto caracterizados. No hay una conversación baladí, incluso aquellas correspondientes a los personajes más reaccionarios y poco pensantes indican lo vacio de sus cerebros. Aquí un extracto de la conversación que menciono más arriba:

Los clásicos reducidos a una emisión radiofónica de quince minutos. Después, vueltos a reducir para llenar una lectura de dos minutos. Por fin, convertidos en diez o doce líneas en un diccionario. Claro está, exagero. Los diccionarios únicamente servían para buscar referencias. Pero eran muchos los que sólo sabían de Hamlet (estoy seguro de que conocerás el título, Montag. Es probable que, para usted, sólo constituya una especie de rumor, Mrs. Montag), sólo sabían, como digo, de Hamlet lo que había en una condensación de una página en un libro que afirmaba: Ahora, podrá leer por fin todos los clásicos. Manténgase al mismo nivel que sus vecinos. ¿Te das cuenta? Salir de la guardería infantil para ir a la Universidad y regresar a la guardería. Ésta ha sido la for mación intelectual durante los últimos cinco siglos o más.

Hay unas cuantas ideas interesantes que llaman a leer más y más el libro: bomberos que preparan incendios, que han dado la vuelta al completo a su función original. Por lo tanto vemos la aparición de mangueras que lanzan fuego o coches de bombero en forma de salamandra, que más que tranquilizar a la población la aterrorizan. De héroes salvadores a destructores de vidas. Es también interesante ver como Bradbury fue capaz de vislumbrar la vida de el siglo XXI a mediados de los años 50. Si bien su década comenzaba a gustar de lo vano y tonto, ve muy bien como la tecnología supera al ser humano. Habitaciones aisladas del exterior, insonorizadas, que debido a los medios de transporte, son un tumulto de ruido y movimiento. Salones donde las televisiones se han convertido en las paredes y donde los programas de televisión enseñan muertes, series de ficción de relaciones sociales y noticieros que apenas informan.

También, a mi parecer hay cosas menos interesantes, que no llamaré fallos porque sería demasiado atrevido: el perro mecánico me pareció un poco fuera de lugar, incluso algo infantil. Está bien la idea de algo mecanizado ayudando a las fuerzas del orden; es algo que siempre hemos pensado que ocurrirá en el futuro. Pero esta forma, un perro robot, me parece demasiado de cine B. Bradbury intenta rodearlo de una atmósfera terrorífica y a mí no me termina de convencer. Me imaginaba otro tipo de ser mecánico ayudando a los bomberos, como pudiera ser un androide o algo semejante. También he visto el personaje de Clarisse bastante desaprovechado. A fin de cuentas, esta pequeña adolescente es una de las que abre los ojos del todo a Guy Montag, el protagonista, y con sus frases se gana al lector. Una especie de adolescente sabia que conoce todas las fragilidades de la sociedad. Y parece que es algo que tampoco le gustó al propio autor, ya que afirmó que el cambio en la película de 1966, por el cual la joven acababa sobreviviendo, le gustó más que el final que tuvo la joven en la novela -atropellada por un automóvil hacia mitad de la misma-.

Una de las grandes novelas de la literatura universal, que creo, tiene su fama bien merecida. Una lectura obligada para toda aquella persona que le guste leer calidad. No demasiado extenso, bien medidos los ritmos, que te hace pensar, y sobre todo, te hace ver lo fácil que es engañarnos. Un libro prácticamente perfecto.

9.5/10

Reseña de «Hojas de Hierba» (Walt Whitman)

Reseña de «Hojas de Hierba» (Walt Whitman)

Es un poemario que me ha costado muchísimo terminar. Es la tercera vez que me he animado a leerlo, y por fin lo he conseguido hacer entero. Las otras dos ocasiones siempre lo he dejado hacia la mitad. El problema reside en que con la poesía tengo la manía de intentar leerla siempre en su versión original (en este caso una edición bilingüe), ya que con las traducciones se pierden demasiados matices. Si bien la escritura de Whitman no es tan complicada como la de alguno de sus congéneres, la extensión de algunos de sus poemas, en especial Canto a mí mismo, es casi excesiva, por lo que cuesta mucho mantener una lectura rutinaria y atenta, por lo que uno hacia la mitad de dicho poema se desespera y lo deja, al menos desde mi punto de vista, con un nivel normalito en inglés.

El punto fuerte de esta colección de poemas, que se fue agrandando a lo largo de toda la vida del poeta, es el poema épico antes mencionado, Canto a mí mismo, que es, quizás junto a ¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán! uno de sus poemas más representativos. Es un canto al todo, a la gran inmensidad de la existencia que nos rodea. «Miriadas» de realidades como dice en más de una ocasión en dicho poema. No cuenta una historia, sino que las cuenta todas. Walt Whitman se dedica a hacer un recorrido por todas las imágenes típicas de la América de aquella época, yendo desde el labriego más insignificante hasta lo pomposo que rodea a las altas esferas. La guerra, la joven junto al mar y el muerto dentro de la tumba; todas las imágenes poéticas caben en este poema. De un cerdo a la amalgama de estrellas que se ven en el firmamento. Es algo que hace de forma excepcional; cuando afirma que él está en todos, así lo es, pues en un solo poema parece que de verdad abarca el total de la existencia. Para esta misión casi imposible se sirve de un léxico muy rico y variado, con extranjerismo procedente de otros idiomas, como el español -la palabra negro puede verse a lo largo de toda su extensión-.

The negro holds firmly the reins of his four horses, the block swags
underneath on its tied-over chain,

El negro sujeta con firmeza las riendas de sus cuatro
caballos . . . el bloque se vence por bajo sobre su
cadena tensada.

También es un canto a la democracia, de la cual se encontraba enamorado el autor. La democracia vista como el orgullo personal. Nadie debe sentirse avergonzado de lo que es, pues en todo lo inmenso del mundo, servirá para algo. Somos como somos y tenemos todo el derecho del mundo de seguir siéndolo:

I am of old and young, of the foolish as much as the wise,
Regardless of others, ever regardful of others,

Soy de los viejos y de los jóvenes, de los necios tantocomo de los sabios,indiferente a los demás, atento siempre a los demás.

Se observa una egolatría del poeta en sus poemas, sobre todo esto, indicándolo muy bien el propio título. Él lo abarca todo. Pero es una egolatría, aunque parezca absurdo, benevolente y llena de preocupación por los demás. ¿Por qué? Porque él es todo a la vez que todos somos todos. Tú eres él como él es tú; esa egolatría nos abarca. Él lo es todo. Se trata de una especie de chamán que todo lo sabe. El responsable del mundo.

I know I am solid and sound,
To me the converging objects of the universe perpetually flow,
All are written to me, and I must get what the writing means.

Y sé que soy robusto y sano,
hacia mí fluyen perpetuamente los objetos convergentes
del universo.

A lo largo del poema también se advierte su gusto por lo sexual. A este autor se le conoce por su auto celebrada libertad sexual. Homosexual para algunos, bisexual para otros, plasmaba sus vivencias sexuales con hombres y mujeres en sus escritos, y «Canto a mí mismo» es un buen ejemplo de ello.

By my life-lumps! becoming already a creator,
Putting myself here and now to the ambush’d womb of the shadows.

Por mis protuberancias vitales, me estoy convirtiendo en uncreador,
penetrando aquí y ahora en la emboscada de las sombras

No obstante en otros poemas se crea una duda en el lector, pues ese gusto por lo masculino desaparece, para dejar poemas propios de un poeta orgulloso de su hombría, gustoso en exclusiva del sexo femenino. Personalmente creo que era una persona con bastantes contradicciones, y las mismas podían verse en sus poemas.

En cuanto al resto de poemas hay otros que también merecen la pena ser comentados.

La cuna que se mece eternamente. Un poema sobre una experiencia personal del poeta, donde en una playa y de pequeño, observó a dos gaviotas separarse. El macho cantaba y cantaba al mar y a la existencia para que su enamorada volviese, pero esto no fue así. Un poema lleno de ternura que, según admite el poeta, le hizo descubrir su propia voz interna, voz que jamás se separaría desde ese día de la soledad y la muerte que acechan. Quizás el poema más tierno y bonito de esta colección, en lo personal, mi favorito, incluso por encima de Canto a mí mismo.

Hissing melodious, neither like the bird nor like my arous’d child’s heart,
But edging near as privately for me rustling at my feet,
Creeping thence steadily up to my ears and laving me softly all over,
Death, death, death, death, death

Silbando meledioso, no como el pájaro ni como mi corazón de niño sacado del sueño,
sino acercándose a mí como para una confidencia y susurrando a mis pies,
trepando desde allá poco a poco hasta mis oídos y bañándome dulcemente por completo,
muerte, muerte, muerte, muerte, muerte.

Otro poema intereante es el final de la colección que he conseguido, ¡Adiós, mi fantasía!
Pareciera un poema de despedida, donde el autor agradece a su inmensa imaginación y fantasía el haberle acompañado siempre en todos estos años. No sé si será uno de sus últimos poemas, desconozco ese dato, pero por la intención del mismo podría ser así. Amargo, asumiendo el final, pero agradecido por la vida que ha podido llevar.

Now for my last—let me look back a moment;
The slower fainter ticking of the clock is in me,
Exit, nightfall, and soon the heart-thud stopping.
Ahora, por última vez, déjame mirar atrás un momento;
el tictac del reloj que hay en mí es cada vez más lento y débil,
salida, caída de la noche y, en seguida, el cese de los latidos de mi corazón.

Por último comentar el poema La última vez que florecieron las lilas en el jardín, introducido en un poemario dedicado según piensa la crítica al fallecido Abraham Lincoln. Para Whitman Lincoln se trataba del mayor representante de la democracia. En él se encontraban las raíces de la democracia, y mientras existiera Lincoln, existiría la misma. Tras el asesinato del célebre presidente de los Estados Unidos Whitman no tiene otro remedio que intentar crear un bello poema para el que fue, según él, una de las personas más bellas que jamás existieron. También es un canto a la muerte, uno de los grandes temas del autor pese a ser un auténtico enamorado de la vida. Hombre fuerte y de carácter impasible, admitía que tenía miedo a no vivir.

Come lovely and soothing death,
Undulate round the world, serenely arriving, arriving,
In the day, in the night, to all, to each,
Sooner or later delicate death.
Ven, muerte hermosa y consoladora,
ondea alrededor del mundo y llega, llega serena,
de día, de noche, a todos y a cada uno,
pronto o tarde, muerte delicada.

Poemario complicado pero gratificante a la hora de leer. Un poeta situado por encima de todo, que me recuerda, por hacer comparaciones, a Altazor de Vicente Huidobro, (gracias María por la comparación) aunque con las diferencias lógicas por la distancia en el tiempo, idioma y movimientos literarios. Si se controla el inglés a un nivel alto, uno se puede atrever a leerlo en su versión original, pero en lo personal recomiendo una buena edición bilingüe para comprenderlo al completo. La mía forma parte de la «Antología bilingüe» de Alianza editorial, y me ha parecido más que decente. Espero que os sirva de algo esta reseña.

La gente de Twitter

La gente de Twitter

«Me la sudas».

*Foto de la persona mostrando su gran indiferencia hacia los demás*.

«Me importáis una mierda».

*Esa persona haciendo algo rebelde o mal visto socialmente*

 

Y me pregunto yo, si tan poco os importan los demás, qué necesidad hay en compartir en todas vuestras redes sociales cosas así. Si tan poco caso hacéis a los demás, de dónde nace esa necesidad de tener que recalcarlo constantemente. Ay… Que desde el primer instante en el que estáis en las redes sociales inmediatamente os importan los demás.

Cómo hacer una buena manifestación for dummies

Cómo hacer una buena manifestación for dummies

¿Está cansado de las consignas de siempre? ¿Siente que con las manifestaciones a las que asiste no va a conseguir cambiar nada? ¿Cree que los de arriba se ríen de nosotros y apenas sienten miedo por lo que podamos hacer? No se preocupe. Con el nuevo manual Cómo hacer una buena manifestación for dummies podrá organizar una gran manifestación aunque esta se componga de predicadores evangélicos pentecostales.

Paso número 1: cambia de recorrido.

Está bien que elija el centro de una ciudad para hacer el recorrido de una manifestación, pero si la ruta es la misma en todas las ocasiones, apenas molestará ni se hará escuchar. De vez en cuando es bueno cambiar la ruta, o incluso salirse del itinerario establecido para dar un golpe de sorpresa a las autoridades. Cuando se ocupa carreteras no cerradas a la circulación es cuando molestas, y por lo tanto, haces ruido, y comienzan a tenerte en cuenta. Cuando ven que te sales de lo establecido, se asustan. Dar una vuelta alrededor de una plaza te convierte en algo no muy distinto a una oveja trajeada que hace caso a su dueño -en nuestro caso policías-.

Paso número 2: ampliemos la duración de las manifestaciones / concentraciones

Una hora, dos, incluso a veces tres… Esto es lo que dura una manifestación o concentración usual. Pero, ¿no le sabe a poco a usted? ¿De verdad se consigue algo dando vueltas a un sitio durante dos horas? Por qué no se anima usted a prolongar un poco más su estancia en ese lugar. Sí, todos tenemos unas responsabilidades, pero nuestros derechos no se reclaman solos. No se puede luchar sin sacrificar, sería una contienda a medias. A veces quizás hay que dejar algo atrás y arriesgar para que nos escuchen. Hagan una sentada un día entero -o semanas, depende de lo animado que se sienta usted-, y no les dejen descansar. Que noten su presencia a cada segundo, que sepas que con cada movimiento que hagan, usted es su sombra. En ese momento le tendrán en cuenta.

Paso número 3: las consignas están bien, pero cansan

Siempre tiene su aquel aquello de gritar a los cuatro vientos: «la educación, no es un negocio», «el hijo del obrero a la universidad», «obreros y estudiantes, uníos y adelante» o incluso «refugiados sí, españoles no», pero a veces, simplemente cansa. Ellos saben lo que reclamamos, no hace falta gritarlo constantemente hasta hacerlo soporífero. Sí que es conveniente hacer ruido en determinados momentos o lugares, e incluso soltar consignas potentes e ingeniosas, pero si lo repetimos tanto como para convertirlo en carente de significado, tal vez es mejor guardar estos lemas.

Paso número 4: no sea tan postureta

Desde luego que ayudas, haces bulto, pero por lo demás, tu presencia aquí es innecesaria. Me parece bien que quieras dejar testimonio mediante mil fotos de que has estado presente en este acto, pero me ayudarías más si luchases de verdad. Tu altavoz con música alta también me sobra, gracias. Aquí también incluyo a todas aquellas personas que traen símbolos de diversa consideración a manifestaciones / huelgas / concentraciones que nada tienen que ver con dicho símbolo. Me parece fenomenal que expreses de forma libre tu sexualidad, pero en una manifestación contra los recortes o contra la LOMCE, tu orientación sexual importa más bien poco.

Paso número 5: la violencia es su amiga

Entiéndame, no quiero acabar en la cárcel -ni que usted lo haga tampoco-. La violencia es mala, todos estamos de acuerdo en ello, pero como acto de defensa tal vez esté incluso hasta legitimada -y sé que es triste decir esto-. ¿Qué podemos considerar violencia hacia nosotros, la sociedad? Que violen nuestros derechos como humanos constantemente. Que pisen repetidamente las leyes que ellos mismos han escrito. Que miles de personas vivan en la más pura miseria y otros estén en el borde del precipicio. Que jueguen con nuestro futuro. La violencia no solo es física. Desde luego que su respuesta debe ser lo más sosegada y meditada posible, solo ejerciendo la violencia puntualmente en momentos estratégicos para reclamar lo que le pertenece. Me parece muy bien que usted y su grupo de amigos estén llenos de furia, pero la papelera no ha hecho nada, es estúpido que le ataquen de forma despiadada.

Paso número 6: a los vendidos no les haga aprecio

No se lo merecen, ya sean organizaciones, partidos políticos o sindicatos. Ellos dicen que están a su favor, pero gran parte de lo que ocurre es sin duda debido a su incompetencia y falta de voluntad. Si en una concentración, por ejemplo, quieren tomar todo el protagonismo, es mejor mirar a otro lado. Es puro egocentrismo. Las cosas se cambian con acciones, no con un simple discurso para que el personal piense todo lo que se preocupan por nosotros.

Paso número 7: no entre al trapo

Personas contrarias a su ideología o simplemente desconocidos le insultarán y le recriminarán vaya usted a saber qué cosas. No les haga aprecio. Su descontrol tan solo hará que se dé una imagen equivocada de la reivindicación, imagen que los medios de comunicación se preocuparán por repetir cien veces en el telediario que corresponda. Da igual que la actitud de la gente haya sido serena, con que un individuo haga algo erróneo, todo ese montón de personas a la vista de los medios será una turba violenta sin respeto a nada o nadie. Si una señora le arremete con su bastón, usted de forma sosegada apártese de ella.

Último paso: sienta la rabia

Es su mayor aliada. Con rabia se cambian las cosas. Una actitud sosegada en pocas ocasiones ha logrado modificar las circunstancias. Deje que su rabia piense por usted, que se mueva por usted. Que vean cómo de enfadado está. Ellos ya saben que estamos cansado, ahora tienen que sentirlo.

Sobre los concursos literarios

Sobre los concursos literarios

Sí. En esta entrada puedo pecar de hipócrita. No lo voy a negar. Pero como todos lo somos alguna vez en la vida -si no frecuentemente-, esta vez me toca serlo. Al menos lo reconozco. Además, siendo hipócrita de esta manera solo hago daño a una persona, y esa soy yo. Quizás a mi orgullo, y carezco de eso. Dicho lo dicho, adelante.

Tengo una relación de amor odio con los concursos literarios. Apenas he participado en ellos hasta que no me he visto en el dilema de toda persona que desea darse a conocer en el mundo literario; o tiro un dado al aire y pierdo el tiempo hasta que un editor aburrido decida leer algunas de las páginas de ese manuscrito que tiene ahí tirado en la mesa o compito con los demás por un premio. No mencionemos la autoedición, ya que tiradas con un número decente de ejemplares están fuera del bolsillo del escritor medio.

Creo que la gente no reflexiona demasiado sobre lo injusto que puede llegar a ser un concurso literario. Todos hablan del tanto por ciento de obras que acaban publicándose, de la poca viveza mental y de futuro que tienen muchos editores -sobra decir lo de J.K. Rowling y otros tantos-, pero casi nunca nadie habla de la subjetividad exacerbada de gran parte de los certámenes que se realizan dentro del mundo literario. Para que todo quede más ordenado, iré mencionando los pros y contras -a mi parecer- de participar en un concurso literario. Empecemos por los puntos positivos:

  1. Te aseguras de que un jurado experto -cuanto menos preparado- va a leer y analizar tu obra. No ocurre como en las editoriales, donde muchas de las obras son juzgadas por sus primeras diez páginas. Aquí el jurado considera aspectos técnicos que en una editorial jamás se replantearían. En un certamen literario importa ante todo la calidad y la originalidad del producto, no tanto los beneficios que este vaya a otorgar. Aquí se juzga la literatura de verdad, no el ámbito social de la misma.
  2. Tu obra adquiere fama, y sobre todo, valía. Al recibir un premio, sobre todo si este pertenece a un certamen con prestigio, inmediatamente tu obra se relaciona con todo aquello de valor. Esto sirve y mucho para hacerse un hueco en un mundillo donde empezar es casi tan difícil como mantenerse.
  3. Puedes comprobar tu nivel de verdad. El resultado de tu obra no será sagrado ni inapelable, porque todo depende de la subjetividad analítica de una persona, pero si es un certamen literario serio puedes fiarte de que al menos vas a poder conocer el nivel de tu obra comparada con otras decenas. Es un golpe de realidad bastante bueno. Si fracasas no te queda otra que intentarlo de nuevo.
  4. Económicamente es más seguro. El mundo de la literatura es bastante voluble; un día puedes ser la sensación poética del país que al día siguiente no eres más que un recuerdo. No obstante, las recompensas económicas de los concursos literarios siempre serán más fiables que las de una posible edición con una editorial. Participar en un concurso literario apenas puede suponerte 20€, mientras que, aunque la editorial corra con los gasto de todo, el contrato y los gastos superfluos pueden ascender demasiado -para luego a veces no ganar ni un solo euro-.

No obstante, poseen demasiados puntos negativos:

  1. Demasiada competitividad: luchas literariamente con otros para ganar el gran premio. En una editorial la presión por vencer a los demás es menor. Tu obra la has escrito como tú has querido, normalmente las editoriales no exigen nada demasiado extraño; algo que venda. Por el otro lado, en los concursos literarios la libertad suele ser menor, y las pautas suelen ser bastante más estrictas. Esto hace que la participación a veces se centre más en vencer a los demás buscando cierta dirección en tu creación que en crear arte por el gusto de crearlo.
  2. Siempre he considerado, y quizás es un poco extremo, que en los concursos literarios se prostituye a la literatura. Y esto va también dirigido a la editoriales. Se utiliza como moneda de cambio, donde a veces lo más bonito según las circunstancias es lo que gana -y tal vez no es lo más meritorio-. La literatura es una de esas cosas con las que jamás se debería hacer negocio, vale demasiado. Obviamente esto es demasiado soñar y es un negocio más dentro del mundo cultural.
  3. Participar es ya un gran paso. De hecho se podría decir que toda obra, por el hecho del atrevimiento que exige atreverse a escribir, debería ser tenida en cuenta. Puede que formalmente no sea lo más extraordinario del mundo, pero puede que sus sentimientos sean más verdaderos que los de alguna de las grandes obras maestras de la literatura.
  4. Estoy totalmente en contra de que algunas entidades privadas realicen estos certámenes. Bancos, universidades privadas de cierto tinte ideológico, la Iglesia… creo que no se merecen nada de reconocimiento. En la mayoría de los casos utilizan los concursos para adquirir notoriedad, y detrás de este generoso ofrecimiento de crear un concurso casi siempre se esconde una ambición egoísta de la entidad misma. Un banco en lo general promociona la literatura para crear una imagen de benefactor, normalmente falsa, en su nombre.
  5. La subjetividad. Afecta tanto a las editoriales como a los concursos, pero en estos últimos creo que con más fuerza. Si alguien decide enviar su obra a una editorial sabe a lo que se enfrenta: un señor o una señora que van a estudiar si publicar ese libro será rentable para su compañía, fin. Sabes que tu calidad literaria o tu vertiente personal no va a ser un punto clave en que decidan publicarte. Sin embargo, en un certamen literario, es trascendental el jurado detrás del concurso. Si es tradicional, olvídate de ni tan siquiera competir si tu obra es rompedora. Por el contrario, si eres tradicional en tu tipo de escritura y el jurado es demasiado rupturista, no conseguirás nada. Y en ambas vicisitudes quizás tu obra sea la meritoria de ganar.
  6. Los derechos de autor. Jamás perderás los derechos sobre tu obra, pero en algunos concursos apenas podrás objetar lo que hagan con la obra ganadora. Ellos se quedan con los derechos de la primera edición, y aunque supongo que habrá individuos que adapten esa edición a tus deseos, no tienen por qué escucharte. Esto puede desembocar en actitudes que quizás no satisfagan al ganador, o incluso que se tergiverse la intención de la obra hasta extremos inimaginables. Ellos editan y lo harán según sus propósitos, no los tuyos.

Sea como sea, si te inicias en el mundo de la escritura, simplemente, hablando claro, estás jodido. Puedes participar en la lotería que son los concursos literarios y las editoriales, pero si esperas toda tu vida a que te publiquen, quizás cuando lo hagan será demasiado tarde y hayas perdido toda la ilusión o la magia. Lo más sensato o por lo menos palpable para un principiante es conseguir hacerse un nombre o incluso una autoedición con una tirada bastante humilde, asequible para tu bolsillo. Participar en concursos literarios de poco renombre para poco a poco ir haciéndote un nombre, conseguir que parte de tu obra sea publicada en periódicos o revistas, o incluso repartir de forma gratuita fotocopias con adelantos de tu obra. Ante todo hay que intentar ser original. En este mundillo todo se ha visto ya mil veces, por lo que hay que destacar de la forma que sea en el apartado que sea. Pero ante todo, jamás perder la ilusión y que la literatura no se convierta en un trabajo, que siempre permanezca como una pasión. Yo de forma hipócrita estoy participando en dos concursos de forma simultánea; he aprendido la lección. Sé que no puedo lograr nada yendo a contracorriente toda mi vida, y he tenido que tragarme mi orgullo y ser uno más. Pero es lo que toca. Si no tienes el bolsillo lleno, hay que adaptarse a las circunstancias. He decidido pecar de hipócrita pues antes que mi «»»reputación»»» -por decir algo- está mi anhelo por ver mi poesía publicada.

Eso, o haceros a la mar y cogeros una buena melopea y olvidaros de lo demás, que, viendo cómo está el mundo, quizás sea lo más sensato.